A raíz de la denuncia realizada por algunos padres a los medios de comunicación, nuevamente, se ha puesto en primera línea la “presunta” asociación entre vacunas – mercurio – autismo.
Bien, tenemos a unos padres angustiados,
alguien que les habla de un culpable y, que además parece que dice la
verdad, y ¡Zas! Lío al canto. Sin embargo parece ser que en muchos de
estos casos nadie se ha parado a pensar con un poco de serenidad, y si a
eso le añadimos titulares amarillistas y artículos poco elaborados, ya
tenemos a una gran cantidad de padres y madres rasgándose las vestiduras
y pretendiendo linchar -judicialmente- a los presuntos culpables.
No podemos criticar la postura de los
padres, es muy lógica. Su hijo, que “era normal”, dejó de serlo de la
noche a la mañana (Al igual que el 70% de los casos de niños
diagnosticados de autismo, hayan sido o no vacunados), y estos padres
escuchan a presuntos especialistas que les aseguran conocer, no sólo el
origen del “cambio” repentino de sus hijos, si no que además, saben cómo
tratarlos (a cambio de tan sólo 30 monedas de plata). ¿Quien no les
haría caso? Hasta ese momento la medicina “oficial” no les había dado
ninguna solución, y para más inri, cuando estos niños inician el
tratamiento de las treinta monedas , ¡mejoran! (en algunos casos), por
tanto, es blanco y en botella, no hay que darle más vueltas (en los
casos en los que el niño ha mejorado).
Pero cuando uno se pone a pensar y a
darle vueltas, los datos no encajan. Desgranemos pues el misterio en
cuestión con un caso en concreto:
Así, García atribuye la intoxicación
por mercurio a las vacunas que contienen timerosal y que, según indicó,
han causado en su hijo “320 veces más arsénico de lo normal” en una
analítica de orina; “cinco veces más mercurio de lo normal”, también en
la orina, y “12 veces más mercurio de lo normal”, esta vez en el
cabello.
¡320 veces más de arsénico de lo normal en un análisis de orina!
Es mucho, ciertamente, pero, si lo detectan en la orina, significa que
lo elimina, y si le siguen haciendo análisis y sigue apareciendo el
arsénico, la conclusión es evidente, existe una fuente contaminante
continuada, que dudo sean las vacunas. Y la siguiente pregunta ¿Cómo se
intoxicó de arsénico? Las vacunas no llevan arsénico, por tanto y en el
caso de que los análisis estén bien hechos y los resultados sean reales,
el niño está siendo intoxicado de forma continuada con arsénico que
adquiere en su entorno.
Los valores normales de arsénico son:
- Hasta 3 μg por decilitro en sangre.
- Hasta 200 μg por litro de orina, o 10 μg por gramo de creatinina en orina, o hasta 50 μg en caso de pacientes expuestos habitualmente.
- Hasta 5 mg por kilo en cabello o 1 ppm en las faneras (pelo, uñas…).
Pero además este tipo de intoxicaciones
presentan cuadros clínicos muy determinados, que, según he podido
averiguar no aparecen en el caso de este niño.
“Cinco veces más mercurio de lo normal”, también en la orina, y “12 veces más mercurio de lo normal”, esta vez en el cabello. En este caso se refieren a organomercuriados, y no al mercurio del termómetro.
Volvemos al mismo dilema del arsénico,
si detectan mercurio por eliminación en orina, significa que sí está
eliminando este metal pesado. Y por tanto nos sugiere el mismo cuadro
que con el arsénico.
Bien,
saquemos números sobre el mercurio y las vacunas. Aproximadamente el
50% (49,6%) del peso del timerosal es Hg. Una solución al 0,01% (1 parte
por 10.000) de timerosal contiene 50 µg de Hg/ml o 25 µg de Hg/0,5 ml.
Por ejemplo, una dosis de vacuna tetravalente contra la difteria,
tétanos, pertusis y hepatitis B contiene 25 µg de Hg por cada dosis de
vacuna (0,5 ml). La vacuna pediátrica contra la HB contiene 12,5 µg de
Hg/0,5 ml. Si sumamos el resto de vacunas del calendario susceptibles
de contener timerosal, estaríamos hablando de que en las 12 vacunas que
el niño, al que se refiere el articulo, ha recibido (que según reconoce
el propio padre, sólo contenían trazas de tiomersal) y poniéndonos en el
peor de los casos, un total máximo de 237,5 µg de Hg, aunque la cifra
mas realista no superaría ni los 90 µg de Hg, habida cuenta de que sólo
había trazas de timerosal.
La dosis que puede ser consumida
semanalmente a lo largo de la vida, sin incidencia negativa sobre la
salud es de 0,47 µg/d/Kg, considerando un peso corporal medio de 60 Kg.
En estas condiciones, la ingesta de mercurio no debe rebasar los 300 µg,
200 µg de los cuales corresponde a metilmercurio. En el caso de las
vacunas es etilmercurio.
Si tenemos 237,5 µg de Hg inoculado (en
el peor de los casos), y eliminamos por la orina 5 veces más de los
niveles normales, francamente, no me salen las cuentas. Además, el hecho
de detectar en orina, es una prueba fehaciente de que el niño sí tiene
capacidad de eliminar metales pesados. Sobre análisis de heces no hay
datos, y tampoco sobre si el resto de la familia se ha hecho los
análisis.
Estamos por tanto ante varios posibles supuestos:
A)Los análisis están bien hechos, sin
embargo y dada la concentración, hay que buscar la fuente real de la
contaminación de mercurio y arsénico, que evidentemente no pueden ser
sólo las vacunas.
B)Los análisis están bien hechos, no hay
otras fuentes de contaminación, por tanto el arsénico y el mercurio
sencillamente se reproducen sólos, estaríamos ante un milagro.
C)Los análisis están mal hechos.
En cualquier caso habría que considerar muchos otros factores.
En primer lugar: ¿Por qué se usan
organomercuriados en las vacunas? Pues por una cuestión de costos, así
de simple. No obstante, podemos cumplir con el calendario de vacunación
exigiendo vacunas libres de tiomersal, aunque, y según los datos de que
disponemos en la actualidad, la probabilidad de que un niño desarrolle
un Trastorno del Espectro Autista, es exactamente el mismo.
Aunque como todo es discutible, también
podríamos referirnos a los dos estudios publicados que afirman que, tras
la interrupción del uso de vacunas que contienen tiomersal en el
programa de inmunización de los Estados Unidos de América, han
disminuido las alteraciones en el desarrollo neurológico en dicho país.
El Comité determinó que las conclusiones de los autores eran poco
convincentes debido al diseño del estudio y al origen de los datos.
Ciertamente el método no fue el más acertado para un estudio de tanta
relevancia. Cuatro estudios realizados en Dinamarca y en el Reino Unido
de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, han venido a avalar la teoría de la
OMS sobre la escasa peligrosidad del uso del tiomersal en las vacunas.
Lamentablemente, los mayores adalides de
la teoría de la relación entre vacunas y autismo suelen ser médicos
DAN, con lo cual, su sólo apoyo ya desprestigia cualquier estudio, nadie
quiere tener nada que ver con un grupo de personas de dudosa
credibilidad.
Sin embargo, esté o no probada la
relación entre autismo y vacunas, el hecho irrefutable es que el
mercurio en todas sus formas es un poderoso tóxico, si eliminarlo de las
vacunas es sólo una cuestión de precio, bueno, creo que muchos
estaríamos dispuestos a correr con ese “sobrecosto”.
Luego están los estudios estadísticos,
que nos dicen que; la prevalencia del TEA entre niños que no han sido
vacunados; niños que han sido vacunados con lotes libres de
organomecuriados y niños que han sido vacunados con lotes que incluyen
organomercuriados, es exactamente la misma.
Pero si yo no los he convencido, veamos
que dice el Instituto de Salud Carlos III, a través del documento
redactado por Manuel Posada, del Instituto de Investigación en
Enfermedades Raras. informe-carlosiii
El segundo punto sería el que una mujer
que desee quedarse embarazada, debería hacerse ella un análisis para
determinar cual es su carga real de tóxicos, ya que se los transmitirá a
su futuro hijo, así como seguir las recomendaciones sobre que alimentos
no comer para reducir más si cabe, esta acumulación de tóxicos.
Otro aspecto importante a contemplar,
vendría dado por una mejor formación de los equipos pediátricos, de
forma que no dejen a los padres en una situación de desamparo en este
tipo (cada vez más frecuente) de casos, evitando así que los padres
puedan acabar gastando considerables sumas de dinero en dudosos sistemas
de cura o recuperación del autismo.
Podemos decidir escoger un culpable,
incluso gastar tiempo y dinero en una demanda que tiene todos los visos
de perder -tal y como viene sucediendo hasta la fecha-, podemos gastar
un dineral en “tratamientos”, pirulas, peligrosos y poco efectivos
tratamientos de quelación, podemos incluso creer que tenemos razón.
Pero, ¿merece la pena darse porrazos con la frente contra una pared?, ya
que al final, la realidad y las pruebas son muy tozudas. No puedo
imaginarme como un abogado va a convencer a un juez de que el mercurio
se ha duplicado -cual milagro de los panes y los peces-, o cómo explicar
la presencia de arsénico en el organismo de un niño y acusar a las
vacunas por ello. Además, los análisis que tienen no sirven, les
obligaran ha pasar por un laboratorio de referencia, y claro, lo normal
es que los resultados sean otros, por tanto, esto sí es blanco y en
botella.
Pero lo que tampoco pueden hacer las
administraciones, es dedicarse a mirar hacia otro lado y que las
innumerables peticiones y quejas de los ciudadanos no lleguen a ningún
sitio. Que los modelos educativos para los niños con necesidades
educativas especiales se hallan convertido en una especie de lujo para
unos pocos afortunados, mientras que el resto de familias siguen en una
situación de nervios y angustia, situación que por cierto, hace que
estas familias acaben en manos de charlatanes que se dedican a jugar con
la salud de los niños y a vaciar bolsillos.
Creo que en vez de perder el tiempo
poniendo pleitos absurdos basados en teorías sin fundamento, sería de
mucha más utilidad el someter a la justicia la desidia y abulia de las
administraciones frente a sus administrados.
Fuente: Autismo Diario, Enviado por Daniel Comin on 26 junio, 2009.
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