Investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos, afirman haber descubierto una alteración química en un solo gen humano relacionado con las reacciones de estrés que podría indicar, a través de un análisis de sangre, el riesgo de intento de suicidio de una persona.
Este descubrimiento sugiere que los cambios en un gen involucrado en la función de la respuesta del cerebro a las hormonas del estrés juega un papel importante en las reacciones ante tensiones de la vida, así como en la generación de pensamientos y comportamientos suicidas.
"Con una prueba como la nuestra, se podrían contener las tasas de suicidio mediante la identificación de personas en riesgo y las intervenciones precoces, con tiempo suficiente como para evitar una catástrofe", explica el líder del estudio, Zachary Kaminsky, en un comunicado de la Universidad Johns Hopkins.
Detalles del gen implicado
En sus experimentos, Kaminsky y sus colaboradores se centraron en una mutación genética de un gen conocido como SKA2. Al observar muestras cerebrales de enfermos mentales y de personas sanas, descubrieron que, en las muestras de personas muertas por suicidio, los niveles de SKA2 se habían reducido significativamente. También encontraron en algunos de estos sujetos una modificación epigenética que altera la forma en que el gen SKA2 funciona, sin cambiar su secuencia de ADN corriente.
Esta modificación añade en concreto grupos metilo (-CH3 o molécula de tres atomos hidrógeno y uno de carbono) a las bases de dicho gen. Los niveles más altos de metilación fueron encontrados en los mismos sujetos del estudio que se habían suicidado.
En otra parte de la investigación, los científicos analizaron tres conjuntos distintos de muestras de sangre, el más extenso de ellos de 325 personas. Encontraron aumentos de metilación en el SKA2 similares, en individuos con pensamientos suicidas o que habían perpetrado intentos de suicidio.
Con estos datos, los investigadores han desarrollado un modelo de análisis que predice qué persona está experimentando pensamientos suicidas o ha intentado suicidarse, con un 80 por ciento de certeza, según las pruebas realizadas. En personas con riesgo más grave de suicidio, la predicción ha alcanzado hasta un 90 por ciento de exactitud. El gen SKA2 se expresa en la corteza prefrontal del cerebro, implicada en la inhibición de pensamientos negativos y en el control del comportamiento impulsivo.
Este gen ayuda a los receptores de hormonas de estrés en los núcleos de las células a hacer su trabajo: si el SKA2 está alterado, el receptor de la hormona del estrés no es capaz de suprimir la liberación de cortisol en todo el cerebro. Investigaciones anteriores ya habían demostrado que dicha liberación de cortisol es anormal en personas que intentan o cometen suicidio.
Los científicos creen que esta prueba podría tener varios usos, por ejemplo, en el ejército podría servir para averiguar si los miembros tienen esa mutación genética, que los haría más vulnerables. Asimismo, serviría para controlar más de cerca a personas en riesgo de suicidio o para evaluar el peligro de suicidio rápidamente, en salas de emergencia psiquiátrica. Otro uso posible sería la de informar las decisiones de tratamiento, tales como si se debe o no dar ciertos medicamentos que se han relacionado con pensamientos suicidas.
El año pasado, este mismo equipo de investigadores descubrió alteraciones químicas específicas en dos genes que, cuando están presentes durante el embarazo, sirven para predecir con certeza si una mujer va a desarrollar depresión postparto. El hallazgo se hizo en un estudio que implicó a 52 mujeres embarazadas y que apareció detallado en la revista Molecular Psychiatry.
Esta no es la primera vez que los científicos han dado con un análisis de sangre podría predecir el riesgo de suicidio, y Kaminsky señaló que la suya no le dirá necesariamente a alguien si ellos van a cometer suicidio. Él dice que la prueba muestra sobre todo una mayor vulnerabilidad al estrés, ya que denota una baja regulación de SKA2, y estudios previos han demostrado que las personas que han intentado suicidarse suelen tener una respuesta de estrés mal regulada.
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