ALEJANDRO JODOROWSKY:
(I)
(Me siento, lo más inmóvil posible, a pensar sin finalidad. Pongo mi mente en silencio, imaginando que es un cielo azul y dejo venir las ideas, como si fueran nubes que atraviesan mi espacio vacío y se van, tan efímeras como vinieron. Yo no identifico ni me apropio de ellas pero tengo un gran gusto de verlas pasar, tal como una bandada de aves que no tienen dueño.)
Lo que deseo ser es lo que creo que necesito ser. De negación en negación llegaré a la gran afirmación. Soy una conciencia inmaterial, inefable, impensable. No soy un cuerpo que tiene una conciencia, soy una conciencia que tiene un cuerpo. El coche de mi cuerpo no es sus tripulantes (centro mental, centro emocional, centro sexual, centro corporal) ni su quinta esencia: la voluntad.
No es su carrocería, ni su motor, ni sus ruedas, ni su patente ni su marca, sin gasolina no funciona, pero la gasolina no le pertenece, es una porción del océano infinito de energía cósmica. No soy un individuo, soy una totalidad. Yo soy los otros. Los otros son yo. Pero también soy un yo separado, individual, una gota-joya testigo de la eternidad. Ese yo no es el ego limitado de cada una de mis partes, es el Yo Esencial, que simplemente es la pura conciencia del Cosmos. El Cosmos no tiene una conciencia, es un Conciencia que tiene un cosmos, eterna e inmortal. sin comienzo ni final, felicidad perpetua. No soy mi nombre, no soy mi raza, no soy mi nacionalidad, no soy mi edad, no soy mi definición sexual, no soy mi oficio, no soy mi clase social, no soy mi pasado, no soy lo que me obligan a ser, no soy la imagen que tengo de mí, no soy lo que poseo, no soy mi cuerpo. Mi cuerpo no es bello ni feo. La belleza es una cualidad subjetiva. La Verdad es nuestro ser. La Verdad no tiene cualidades, es lo que es, es lo que fue, es lo que será. Tengo belleza cuando voy hacia la Verdad, lo que soy realmente. Tengo fealdad cuando me alejo de la Verdad, de mí mismo.
No soy lo que sé, no soy lo que creo ser, nada me define, nada me limita, nada es mío que no sea de todos. En ningún caso soy algo de alguien, ni alguien es algo mío. Lo que le sucede a los otros me sucede a mi. Nadie me busca porque en todo momento permito que me encuentren. No estoy unido a nada porque soy el todo. Soy cuando soy nada. Ceso de pensar.
(II)
(Me siento, lo más inmóvil posible, a pensar sin finalidad. Pongo mi mente en silencio, imaginando que es un cielo azul y dejo venir las ideas, como si fueran nubes que atraviesan mi espacio vacío y se van, tan efímeras como vinieron. Yo no identifico ni me apropio de ellas pero tengo un gran gusto de verlas pasar, tal como una bandada de aves que no tienen dueño.)
¿Cuál es el sentido de la vida, cuál es la finalidad del universo, para qué sirve este hervidero de tiempo y de espacio, de muerte y de vida? ¿La finalidad de la materia es nacer y morir, eternamente? ¿Por qué? Ese impensable que llamamos Dios no ha creado al mundo material, lo ha soñado: es una pesadilla Para despertar, atrapado en su sueño, Dios crea la Conciencia. La Conciencia es el regreso de Dios a sí mismo: único placer posible en este ensueño de puro sufrimiento. Dios se pasea en la cárcel de la materia transformado en amor. El amor, cualquiera que sea, es el amor de Dios, es el heraldo del paraíso inmaterial, felicidad infinita y eterna La pesadilla, la materia, se convierte en sueño lúcido, en belleza, gracias a este amor. La Conciencia tiene por finalidad la unión de todas las conciencias. Esta unidad transformará la materia en espíritu, la hará regresar a su origen, es decir a quien la sueña. Nosotros los humanos creamos nuestro mundo, y el mundo nos aprisiona. Morir es disolverse en Dios. El cuerpo es una ilusión. Materia: permanente impermanecia. Espíritu: eterna permanencia. ¿Cómo lo impensable se va a pensar a sí mismo? Necesita que lo pensemos para ser. Acceder de más en más a la conciencia, es acceder a Dios. Dios, Dios, Dios, Dios, estoy como una mosca atrapado en la telaraña de esta palabra. Imposible pensar en lo impensable. Dejo que se vayan las nubes. No más palabras. Silencio dispuesto a recibir la Verdad, tal como la luna llena recibe la luz.
(III)
(Me siento, lo más inmóvil posible, a pensar sin finalidad. Pongo mi mente en silencio, imaginando que es un cielo azul y dejo venir las ideas, como si fueran nubes que atraviesan mi espacio vacío y se van, tan efímeras como vinieron. Yo no identifico ni me apropio de ellas pero tengo un gran gusto de verlas pasar, tal como una bandada de aves que no tienen dueño.)
En la creación artística la dualidad interior se excluye, la obra o es producto de una unidad absoluta o sólo efímera humareda. Se rompe el espejo y se penetra en el mundo como parte indisociable de él. El artista puede “ver” pero jamás puede “verse”. ¿Cómo entonces saber el valor de lo que se ha hecho? ¿Cómo saber quién es ese uno, ese ser abierto como un cáliz sin fondo a la lluvia de hostias? ¿Aferrarse al nombre como un naufrago a un viejo mueble que flota? Nunca supe lo que yo estaba diciendo con mis imágenes, supe lo que yo estaba sintiendo a mucha distancia de las palabras. No fotografié con una máquina, fotografié con mis entrañas. ¿Puedo juzgar a mi hígado? ¿Puedo describir el canto del torrente de mi sangre en las venas? Imposible. Ha tenido que venir críticos a explicarme, como yo nunca pude ni podré, en forma al parecer exacta y definitiva lo que yo, con tanto sufrimiento y cariño puede hacer. Les agradezco desde lo más profundo de mi ignorancia. Gracias a su intelecto finos como un escalpelo, a su lógica domada a punta de libros, gracias a sus inmisericordes gafas ahora sé por fin lo que hecho sin saber qué es, ni quién soy.
Fuente: http://planocreativo.wordpress.com/2013/08/12/alejandro-jodorowsky-pensamiento-en-libertad/
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