11 de agosto de 2013

En la opinión de Paola Shenkaya: El error, palabra que deberíamos quitar de nuestro vocabulario y por qué.


Generalmente llamamos errores a lo que deberíamos entender como experiencias nuevas que no hemos resuelto según nuestras expectativas.
Es más largo, pero más acertado. La palabra error, como equivocación y sus sinónimos, conllevan una carga muy negativa: son un continuo auto-reproche, y llevan un castigo implícito por lo mal que lo hicimos. Parece que nos cuesta recordar que nos preparan para las matemáticas y para conducir, pero no para vivir.

Debido a la nula educación que recibimos para vivir la vida, es inevitable equivocarse de vez en cuando, e incluso equivocarse a menudo.

Continuamente nos tenemos que enfrentar a cosas que nunca antes hemos hecho, a situaciones desconocidas, y a experiencias para las que no estamos preparados. En la mayoría de las ocasiones son asuntos para los que no tenemos un método de actuación concreto, y tenemos que resolverlas con la mejor voluntad y del mejor modo posible, pero en cambio nos exigimos resultados como si fuéramos especialistas.

Error es afirmar que dos más dos son seiscientos cuarenta y cinco, o que la capital de España es Roma, pero error no significa no saber actuar del modo correcto siempre. Los errores son buenos en cuanto que nos hacen aprender por experimentación: hemos tomado una decisión, hemos hecho realidad un pensamiento, o un deseo, y el resultado no ha sido el esperado.

Reconocer que uno se ha equivocado es un acto de honradez y de respeto propio. Si uno se da cuenta de que se ha equivocado, demuestra que es más sabio que antes. Y uno de los derechos primordiales de las personas es el derecho a equivocarse.

Equivocarse y errar es lo habitual en los humanos: es la forma de aprender lo que nadie nos enseña. Recuerda que las equivocaciones llevan implícita la necesidad de reflexión, no de castigo.
Acepta en ti las equivocaciones y los errores como los aceptas en el prójimo, y admite los errores, pero no los cometas de nuevo.

VISTO DE OTRO MODO Como el error es inherente al ser humano, y casi siempre funcionamos por el sistema de probar y acertar o errar, equivocarse es lo más probable, y aceptarlo como tal debe ser lo más natural.

Me he equivocado, ¿y qué?
Todos los errores (palabra que deberíamos desterrar de nuestro vocabulario) tienen, sin duda, una parte positiva, una lección por la cual aprendemos lo que no queremos o no tenemos que hacer la próxima vez. Es mejor quedarse sólo con esa parte y desechar la que no aporta nada más pero en cambio se queda para martirizarnos.

Un error que se oculta, con toda seguridad, volverá a suceder, y lo hará con mayor intensidad y dureza. Así que habrá que coger el error, tirarlo sin preocupación, olvidar su dolor, y quedarnos sólo con lo importante: la parte en la que está la enseñanza.
Los errores no han de debilitarnos, sino más bien darnos fortaleza para afrontar nuevas ocasiones.

DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL:
- En la Espiritualidad no habitan los adjetivos, que son cosa de este mundo, así que no existe bueno ni malo, sino estrictamente la voluntad con que se hacen o piensan las cosas.
- No es bueno ni es malo equivocarse: simplemente es.
- No son buenos ni malos los errores: no existen.
- Existen las experiencias y los resultados de esas experiencias, que no han de ser juzgadas, ni acusadas, ni condenadas.
Seguir viviendo es lo importante; seguir aprendiendo es lo enriquecedor y lo emocionante, y no lo es estancarse en el atolladero del los llantos continuos y los arrepentimientos auto-agresivos.

RESUMIENDO:
No hay errores ni equivocaciones: hay experiencias y hay vida.
Por eso, antes los “errores” y “equivocaciones”
1. Aceptación de que no ha sucedido lo que uno deseaba.
2. Comprensión de que eso no debe afectar a nuestra autoestima, y no permitir que nos afecte.
3. Firme propósito de seguir intentándolo de otro modo.
4. Motivación intacta para seguir adelante. Si hay auto-críticas, que sean constructivas.
5. Amor hacia uno mismo: cuidado y caricias constantes. No es necesario culpabilizarse. Ser tolerante.
6. Respeto y aprecio por uno mismo, y por la propia dignidad personal, a pesar de “cometer errores”.
7. Voluntad, fortaleza y constancia
8. Ánimo: la vida es un continuo aprendizaje.
9. Una sonrisa… y adelante de nuevo.
autor Francisco de Sales.

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