Pero no he de referirme enteramente a este signo engañoso, a la moral que se profesa en contraposición a la que se dice profesar, sino a las inevitables contradicciones que conlleva tal línea de conducta. El interés mediático que acompaña al aparato pseudo-solidario de la moral al uso -he escrito de ello en otra ocasión- queda al descubierto en demasiados casos como, v.g., la peripecia del pobre Alí --en Irak--, la de las tristemente desaparecidas Ladan y Laleh --en Singapur-- como antes la de las otras dos gemelas, Salma y Samia --en Marruecos--. Alí, el niño abrasado y troceado por un misil en su propia casa, es seguido y morbosamente observado al minuto por benefactores y medios en su dolorosa recuperación hasta el último paso: la implantación de unos brazos ortopédicos en sustitución de los suyos, terriblemente amputados.
A todo esto, muy poco se comenta de Ahmed, tan desmembrado como Alí, que parece no necesitar un idéntico apoyo mediático. Y eso que, en lo que cabe, ambos gozaron de tratamiento pero... ¿qué me dicen de los miles de niños desconocidos y mutilados de toda esta guerra?. Respecto a las infortunadas Ladan y Laleh, que prefirieron morir antes que seguir malviviendo, nadie conoció su sufrimiento antes del circo montado tras su desesperada y fatal decisión.
En relación con Salma y Samia pocos recuerdan hoy que en 1998 fueron pomposa y felizmente separadas del abdomen en Madrid pero, desde entonces, casi nadie se ocupó de financiar otras intervenciones precisas y sin las que apenas sobrevivirán a la niñez. Doble moral, mentira única. Nietzsche dijo que lo peor no es descubrir un engaño sino que eso implica que en adelante seremos incrédulos.
Fuente: http://www.diariocordoba.com
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