Cuando en el norte Mitakuye Oyasin, "por todas mis relaciones" es una expresión genuinamente LaKota. Nunca tratemos de banalizar esta expresión, pues tiene poder, el poder de conectar nuestro ser con la totalidad. Que la sagrada rueda medicinal también lo acompañe, pues se refieren a lo mismo. Todo es espíritu, todo es poder, todo es medicina; energía, potencia y efecto o consecuencia.
La primera relación es con uno mismo, cierto y sin más somos nuestros verdugos.
Al día de hoy he perdido la cuenta de los cientos de hermosos seres que han acudido al llamado de la rueda de medicina, pero la constante que sí me queda en el corazón es que todos hemos pactado jugar el juego de la vida olvidándonos que nuestra esencia divina esta inclusive más cerca que nuestra propia respiración.
No puedes amar incondicionalmente hasta que el amor incondicional no lo sientas hacia ti, porque en última instancia, terminarás juzgando al otro en las mismas cosas que te juzgas a tí mismo, no aceptarás las cosas en el otro que no aceptes en ti. Esto no significa que todas las relaciones son en vano, o que dejemos de intentarlo, no es esto lo que estoy diciendo, pero sí significa que tenemos que prestar atención a la relación más importante que tenemos en nuestras vidas: la relación con nosotros mismos, y recordar que aquellas cosas que no nos gustan de nuestro espejo más cercano, están probablemente en nosotros mismos, en algún lugar.
la relación con nosotros mismos la postergamos hasta después de haber cumplido en nuestra relación con el resto del mundo. Pensamos que amarse a uno mismo es egoísta.
Nos han enseñado una falsa concepcion del amor a uno mismo, sin embargo, hasta que no aprendamos a amarnos nosotros mismos, nuestras relaciones estarán llenas de necesidad y co-dependencia.
Es la necesidad la que nos lleva a la conexión, cuando sentimos que necesitamos a alguien - o algo, para ser felices, eso nos atrae hacia el otro. Y a eso se le agrega el control, creemos que debemos controlar a quienes nos sentimos atraídos, por esta necesidad y porque nuestra felicidad depende de su presencia, asegurarnos que cumplirán con nuestras necesidades.
Es así que el control da lugar a la manipulación y a todas las jugarretas que nos garanticen, de acuerdo a lo aprendido, obtener aquello que queremos. Pero ¿dónde está el amor en todo esto? Manipulación y el control no proceden del amor, sino que están llenas de miedo. Estamos jugando estos juegos, todo para cubrir el miedo al abandono y el rechazo.
Cuando te amas lo que eres tus relaciones son honestas y transparentes, no hay miedo a perder y puedes ser real y mostrarte exactamente como eres, lo que le da al otro la libertad para hacer lo m
Esta honestidad es la base de una verdadera relación de amor y así no es el miedo el que rige la relación, sino la aceptación y la verdad. Y con esto viene una gran libertad, y la capacidad de disfrutar realmente de la presencia de los demás. Creemos que si no controlamos a nuestro apego vamos a perder, pero en realidad sucede todo lo contrario, cuando el amor es sin condiciones, incluso si el otro no está a tu lado, te sentirás más cerca de ellos que nunca.
A menudo la relación con nosotros mismos la postergamos hasta después de haber cumplido en nuestra relación con el resto del mundo. Pensamos que amarse a uno mismo es egoísta.
Sin embargo, hasta que no aprendamos a amarnos nosotros mismos, nuestras relaciones estarán llenas de necesidad y co-dependencia.
Es la necesidad la que nos lleva a la conexión, cuando sentimos que necesitamos a alguien - o algo, para ser felices, eso nos atrae hacia el otro. Y a eso se le agrega el control, creemos que debemos controlar a quienes nos sentimos atraídos, por esta necesidad y porque nuestra felicidad depende de su presencia, asegurarnos que cumplirán con nuestras necesidades.
Es así que el control da lugar a la manipulación y a todas las jugarretas que nos garanticen, de acuerdo a lo aprendido, obtener aquello que queremos.
Pero ¿dónde está el amor en todo esto? Manipulación y el control no proceden del amor, sino que están llenas de miedo.
Estamos jugando estos juegos, todo para cubrir el miedo al abandono y el rechazo.
Esos complejos que tenemos que afloran cuando nuestra personalidad, aquello que creemos que somos se ve amenazada por ser libre.
El pánico a salirse de lo conocido para conquistar lo desconocido a veces nos hace permanecer en la ilimitada versión de nuestra propia cárcel.
Este es el tiempo de soltar, es el tiempo de amar es el tiempo de vivir ilimitadamente, la pregunta es te atreves ¿?
Ramtha uno de los más grandes maestros dice,
Cuando amas lo que eres, no hay cosa inconquistable ni inalcanzable.
Cuando realmente te amas a ti mismo, vives solamente en la luz de tu propia risa y viajas solamente por el camino de la alegría. Cuando estás enamorado de ti mismo, entonces, esa luz, esa fuerza unificada, esa felicidad, esa alegría, ese jubiloso estado de ser, se extiende a toda la humanidad.
Cuando el amor abunda dentro de tu maravilloso ser, el mundo, con todos sus desagrados, se convierte en algo hermoso, y la vida se llena de sentido y de alegría. No hay amor más sublime en la vida que el amor del Yo. No existe amor más grande, pues a partir del abrazo del Yo existe la libertad. Y es en esa libertad donde nace la alegría. Y gracias a ese nacimiento, Dios es visto, conocido y abrazado.
El amor más profundo, más grande y más significativo es el amor del Yo puro e inocente, la magnífica criatura que se sienta entre las paredes de la carne y que se mueve y contempla, crea, permite y es.
Y cuando tú ames lo que eres, sin importar cómo seas, entonces conocerás esta magnífica esencia que yo amo, que se halla detrás de todos los rostros y dentro de todas las cosas. Entonces amarás como Dios ama.
Así es fácil amar y perdonar. Así es fácil ver a Dios en toda la vida.
(Extracto de El libro Blanco, Ramtha)
Agradecimiento a Paola Shenkaya
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