18 de julio de 2013

Venezuela. El barril de petróleo y el drama de los pueblos indígenas


¿Cuánto vale un barril de petróleo? Con este interrogante iniciamos nuestras conversaciones en la Organización Intercultural Bilingüe Wainjirwa (1) con las comunidades o las personas que con interés llegan a ella pero también a quienes nos acercamos. La respuesta, sea una persona común o también y, sobre todo, algún avezado político, de "derecha" o "izquierda" (más estos últimos), describe el precio del barril de petróleo a partir de los indicadores que establece el mercado petrolero mundial. Paradigma capitalista o estigma en un marco humano y 'socialista'.
Cuatro puntos se pusieron los dioses para que el mundo se estuviera acostado.

No porque cansado estuviera,

sino para que parejos se caminaran

los hombres y mujeres,

para que todos cupieran, para que nadie encima de otro se pusiera.

Sub-Comandante Marcos

Relatos del Viejo Antonio
Tiene un propósito perverso y ya es costumbre señalar sin crítica o rechazo el precio de un barril de petróleo que en estos días y meses oscila entre los 100 y 112 dólares. Ciertamente, podríamos o debemos concluir que todos quienes nos responden son asiduos televidentes del programa Dossier que emite Telesur, vocera de la revolución extractivista como veremos adelante, o del noticiero de Globovisión que expone el pensar de la oposición y la derecha, pero, a pesar de que ninguno de los dos miente con su réplica, todos estarían lejos de la respuesta verdadera. ¿Cuál es el precio real?

Con el ojo en el retrovisor
Hace apenas 113 años Venezuela pasó, en un abrir y cerrar de ojos, de ser un país agroexportador de café y cacao a nación petro-minero-exportadora con la explosión de los pozos petroleros Zumaque y Barroso en el Lago de Maracaibo a comienzos del siglo XX. A partir de ese momento, el país fue cuadriculado en concesiones exploratorias entregadas a compañías extranjeras como la Royal Dutch Shell y la Creole Petroleum Corporation. Toda la geografía nacional y, en especial, la de la cuenca del Lago de Maracaibo, fue objeto de experticias geológicas para la detección de pozos petroleros, ya en el fondo del lago, la Sierra de Perijá o la Península de la Guajira.

El Lago demostró contener grandes reservas y, a partir de ese momento, el control de sus aguas quedó en manos de las compañías y, por tanto, el territorio que antes era de pesca del pueblo añú, con sus milenarios habitantes palafíticos, casas en zancos de madera sobre el agua, ahora cambió a territorio de las compañías petroleras protegidas militarmente por las fuerzas armadas del Estado, y a la par, por sus propias fuerzas mercenarias de seguridad. Igualmente, en la Sierra de Perijá las expediciones exploratorias provocaron una guerra en contra de yukpas y barí que, en el caso barí, permaneció hasta comienzos de los años 60 del siglo XX.

Han sido precisamente los geólogos norteamericanos quienes relatan sus correrías en contra de los barí, en las que, no sin orgullo por los desmanes cometidos, registran sus crímenes como actos de heroísmo en un territorio "salvaje" de un país atrasado y dominado por un viejo militar y férreo Dictador: Juan Vicente Gómez.

La guerra en contra de los barí cesa no sólo porque, en efecto, este pueblo indígena busca una paz que hiciera posible la recomposición de sus comunidades sino, sobre todo, porque efectivamente en la región de Perijá sólo dos pozos resultaron comercialmente rentables para las compañías y son éstos los que, hasta el presente, están en producción, hablamos de los llamados Campo Rosario (antiguo territorio barí) y Campo Boscán (antigua zona de recolección del fruto de la palma para los yukpa).

Como vemos, el cambio económico que implicó el pase de Venezuela del modelo agro-exportador al extractivista representó, para los pueblos indígenas, un proceso de desterritorialización y un verdadero genocidio (en el caso de los barí), así como, la pérdida de grandes espacios territoriales (caso de los añú) que conllevó a la pérdida de su autonomía como culturas, todo lo cual tiene reflejo contundente en sus formas de organización y funcionamiento social, es decir, como un contundente etnocidio.

Picó y se extiende
Posteriormente, y como resultado de los mismos estudios exploratorios comenzó la extracción de hierro en la región del estado Bolívar en el sur-oriente del país. La producción de este metal que alimentaba la producción de acero de los Estados Unidos, alcanzó un grado tal que, a fines de los años 60 hizo necesario elevar el caudal del río Orinoco para que barcos de gran calado pudieran entrar y salir sin dificultad a través del río hacia el Atlántico. Esto fue posible gracias al cierre de uno de los caños principales en el delta del Orinoco: Caño Manamo. Esta obra, presentada como uno de los grandes logros de la ingeniería, en efecto elevó el nivel del caudal del río pero generó, por un lado, la inundación permanente de un inmenso territorio y, por el otro, la desertificación del resto que antes era la totalidad del territorio de los indios warao, quienes, se sabe, luego de la inundación y desertificación de su territorio casi desaparecen, pues, murieron cerca de tres mil waraos y, los restantes, viven en la actualidad deambulando en las ciudades.

Por si fuera poco, a comienzos de los años 70 y, como profundización del modelo minero exportador se instala en las orillas del Lago de Maracaibo, en su costado oriental, una gran empresa estatal petroquímica (Pequiven), que tomó como vertedero de sus desechos parte de la llamada Laguna de los Olivitos, espacio en el que anualmente arribaban en incalculable número, bandas de patos yaguasos provenientes del Canadá y cuyo arribo a ese lugar significaba una celebración para los añú, quienes, sustituían la pesca por la captura de la Washa (nombre en lengua del pato silvestre) que ameritaba cantos y rituales dedicados al Gran Abuelo (Ta'tüi), héroe cultural que enseñó a la comunidad la forma de capturar al yaguaso sin disparar ningún tipo de proyectil.

Por otra parte, la industria Petroquímica no sólo destruyó parte importante de la laguna de los Olivitos y destruyó otro espacio territorial de los añú, que espantó para siempre al pato yaguaso que eliminó esta proteína del menú alimenticio de los añú, pero además, sus desechos de mercurio consumidos por los peces se trasladaron a la población humana haciendo posible que, a la larga, esta región de la costa oriental del lago de Maracaibo sea, en la actualidad, una de las regiones del planeta donde se producen más nacimientos de niños anaencefálicos, la mayoría de ellos, pertenecientes al pueblo añú. (2)

Más adelante, para los años 80, el Estado-gobierno de la época decidió dar un paso más en el modelo extractivista y, por encima de las comunidades wayuu, habitantes de la región del río Wasaalee (Lugar donde bebemos) (Guasare en criollo), y de las poblaciones campesinas del llamado municipio Mara, inició la explotación de carbón mediante dos minas a cielo abierto: Mina Norte y Paso Diablo. Así, resultó un nuevo despojo territorial en contra de un pueblo indígena, con las consiguientes y terribles consecuencias de hambre y miseria para los que debían, obligatoriamente, desplazarse para tratar de reiniciar y reconfigurar su cultura en un nuevo lugar.

Para ese momento, el municipio Mara con características fundamentales como productor de tomates, pimientos, cebollas y frutas como la guayaba, melón, auyama, al punto de ser uno de los principales surtidores de frutas para la industria de los jugos pasteurizados del país. Hoy, a un poco más de tres décadas de explotación carbonífera, el municipio Mara es considerado el más pobre de Venezuela y uno de los más pobres de América Latina (3) Sus jóvenes no tienen otro camino que el de la delincuencia organizada: contrabando de gasolina, robo de vehículos y tráfico de drogas.

Finalmente, llegó la "revolución" bolivariana y, los pueblos indígenas pusieron sobre sus hombros la esperanza de una transformación de las relaciones del Estado-gobierno con las comunidades y, más particularmente, de respeto a sus territorios. No vamos a explicar el significado de la Constitución Bolivariana en cuanto al respeto a tales territorios, pues, el espacio dado a este artículo no alcanzaría.

La acción de Chávez también es cuestionable
La noción de territorio indígena y sus implicaciones de derechos políticos, quedó reducida por el ideal de la "revolución" en, apenas, un hábitat (noción que sólo alcanza a la reproducción biológica) que, además, obliga a los pueblos indígenas a reconocer el despojo territorial sufrido por todos los pueblos y ejecutado tanto por latifundistas como por el propio Estado que otorga concesiones mineras a grandes corporaciones, es decir, el llamado "derecho de terceros" sobre el derecho territorial ancestral.

Para nuestros pueblos indígenas el Presidente-candidato en su última campaña consignó anteriores promesas en su Programa de gobierno Gran Plan por la Patria que aspiraba a ejecutar en este periodo 2012-2019 y que sus herederos, dada la crisis económica que vivimos están obligados a poner en obra. El punto tres del Plan estableció el definitivo propósito extractivista de la "revolución bolivariana" cuando asume el objetivo de "convertir a Venezuela en una potencia energética". Un propósito a desarrollar mediante acuerdos con los chinos, los rusos y la Odebrecht brasilera, que entrega en concesión los que representan últimos espacios territoriales wayuu, bari y yukpas en la Sierra de Perijá.

Convertir a Venezuela en potencia energética implica subir la producción de 8 millones de toneladas métricas de carbón a 35 millones de toneladas métricas, una meta que supone abrir nuevas minas a cielo abierto en la región del río Socuy y Cachirí, pero también, la explotación de carbón y coltán presentes en territorio barí y yukpa. Por supuesto, implica el abandono definitivo de cualquier camino alternativo y, desoir la palabra milenaria de los pueblos que la enuncian, sobre todo, cuando asumen la decisión de luchar por la defensa de sus últimos espacios territoriales, razón del por qué han sido y continúan siendo perseguidos y asesinados, tal como sucedió con el líder yukpa Sabino Romero. (4)

En otro ejemplo contradictorio, los hermanos pemones y ye'kuana del Estado Bolívar, que por mucho tiempo han ejercido la minería de oro en pequeña escala y sólo por temporadas, cuando el gobierno de la "bolivariano" les planteó la sustitución de la minería artesanal por la producción agrícola a través de la llamada Misión Piar, los pueblos indígenas no tuvieron ningún problema en aceptar la propuesta. Sin embargo, este cambio exigía el apoyo financiero estatal a las comunidades, para el paulatino cambio de modelo económico. Tal apoyo perdió su rumbo en el camino, por la vía de la corrupción oficial. de la nomenklatura. Pero algo más, los espacios territoriales pemones y ye'kuana fueron entregados en concesión (sin consulta) para su explotación masiva a una corporación rusa.

Con esta realidad, los pueblos entendieron que tenían al frente no un cambio de modelo, sino de su desplazamiento de sus territorios, en beneficio de intereses de personajes rusos y de funcionarios militares del gobierno bolivariano. Descubrir tal situación, dio como resultado el enfrentamiento de los pueblos pemones y ye'kuanas con patrullas del ejército bolivariano con saldo de muertos, heridos y el apresamiento en un par de oportunidades, de tropas del ejército por parte de las comunidades (5).

Convertir a Venezuela en "potencia energética" lleva a que el mandato constitucional por demarcar los hábitats indígenas (aún mínimos), esté paralizado por el Estado-gobierno extractivista, pues, todos los recursos energéticos (6) para esa ambición reposan, precisamente, en el subsuelo de los territorios de estos pueblos. La "revolución" extractivista oculta esta injusticia con sofismas de posibles "explotaciones mineras en consonancia con la naturaleza" que dan a la ciencia y tecnología occidental potestades justas imposibles, dado el principio epistémico de "sometimiento de la naturaleza" del que parten.

Si bien es cierto que Chávez con su carisma y su manejo del presupuesto lograba atraer a la población indígena y no indígena mediante el otorgamiento de recursos, neutralizando por esta vía la lucha decidida de las comunidades, una vez muerto, tal efecto ya no es posible, ni tiene el mismo éxito con otro actor. El asunto más importante a considerar, es que viene en desarrollo una abierta confrontación desde la necesidad de defensa de los últimos espacios territoriales y la posibilidad de sobrevivencia a futuro, no sólo para los pueblos indígenas sino para toda la población no indígena.

En el caso de la cuenca del Lago de Maracaibo, la explotación carbonífera en la región de los ríos Socuy y Cachirí implica un daño grave del servicio doméstico de agua potable para las principales ciudades de la cuenca: Maracaibo, Cabimas, Santa Rita y Los Puertos de Altagracia. Tendrían un continuo problema de abastecimiento de agua, pues, es el río Socuy el principal afluente de la represa que surte de agua a esas ciudades. Amén del ya evidente cambio climático a partir de la despiadada desforestación de las cabeceras del río Wasaalee en esa región de la Sierra de Perijá.

Así, unos 150 indígenas wayuu, habitantes de la región del río Socuy en las comunidades Kasusain, Alitain y Wayuumaana, resisten por el agua y la vida de dos millones de criollos, y, con su lucha, ponen sobre la mesa la necesidad de modificar el fundamento del Gran Plan de la Patria, pero también, como posibilidad futura de vida en la que pueblos indígenas y no indígenas asuman otra relación con la naturaleza y el mundo, es decir, como único camino para nuestra mutua y plena sobrevivencia.

En la actualidad, y producto de 113 años del modelo extractivista aplicado desde la férrea dictadura gomecista hasta la hoy "revolución bolivariana", los pueblos indígenas de la cuenca del Lago han pasado de ser pueblos autónomos por el dominio sobre sus territorios a pueblos desarraigados, empobrecidos y convertidos en "delincuentes" por el mismo Estado-gobierno que los despoja territorialmente. Así, los añú y los wayuu son estigmatizados y acosados por el Estado-gobierno como "contrabandistas", "bachaqueros" (nombre despectivo que usa el gobierno), pues, al perder su territorio han perdido su capacidad de autogobierno y autogestión económica, y su único camino es sobrevivir mediante la "economía ilícita" del contrabando de gasolina y alimentos hacia Colombia.

Otro capítulo de despojo territorial por parte de la colonialidad del poder y del saber en contra de nuestros pueblos indígenas, negros y campesinos. Aunque el estado venezolano exponga una contabilidad con base en los acuerdos económicos con diferentes países, ya sean Cuba, Nicaragua, Guatemala, Argentina y de manejo en organismos como la OEA, en verdad el costo de un barril de petróleo o una tonelada métrica de carbón, oro, coltán o cualquier otro mineral explotable en los territorios indígenas para convertir a Venezuela en "potencia energética", equivale a mucho más que los indicadores comerciales del barril. Cuesta el riesgo de muerte de los pueblos añú, wayuu, barí, yukpa, pemón, ye'kuana, wohtüjä, e'ñepa, pumé, baniva, warao, japreria, kariña, kumanagoto, yanomami...tal ha sido y es, el verdadero precio del extractivismo: la vida de muchas civilizaciones para que sobreviva y se enriquezca el poder de una sola civilización... 

1 Organización conformada por indígenas de las diferentes etnias de la región de Zulia (wayuu, añú, barí y yukpa, así como por profesionales criollos aliados de la lucha indígena. Su trabajo está dirigido a la promoción de la educación soberana para la autonomía de los pueblos y comunidades indígenas.

2 Trabajos de investigación sobre la anaencefalia: L. Pineda del Villar, M. Martínez B., W. Delgado, M. Prieto C. y Y. Villasmil, "Epidemiología de malformaciones congénitas en el Hospital Pedro García Clara. Ciudad Ojeda, Venezuela", Revista de investigaciones clínicas, Instituto de investigaciones clínicas "Dr. Américo Negrette", Universidad del Zulia. Vol. 35, Nº 1, marzo, 1994, Maracaibo; Pineda del Villar L., Cedeño Rincón R., "Epidemiología de malformaciones congénitas. Parte II. Modalidad Caso Control". III Congreso Latinoamericano de Genética, Caracas, 1989.; Sánchez O., Salazar A., Britto Arreaza A., Ramírez N. y Alvarez Arratia M., "Epidemiología de malformaciones congénitas en el Hospital Ruíz y Páez de Ciudad Bolívar: una experiencia de 10 años". Revista investigaciones clínicas, Vol. 30, 1989; H. Moreno Fuenmayor y V. Valera, "Programa preventivo de defectos del nacimiento: incidencia de anaencefalia en Maracaibo. Periodo 1993-1996", Revista de investigaciones clínicas, Vol. 35, Nº 4, marzo 1994; Pineda del Villar L., Navarro Serrano G, "Defectos del tubo neural en el Hospital Pedro García Clara", Revista de investigaciones clínicas, Nº 34, 1993; Ávila Mayor A., Cardozo J., "Anaencefalia, incidencia en un quinquenio (1984-1989) en el Hospital Adolfo Pons del I.V.S.S. Maracaibo", Revista de investigaciones clínicas, Nº 30. Suplemento 1, 1989.

3 Instituto Nacional de estadística del gobierno venezolano: http://www.ine.gov.ve/documentos/see/sintesisestadistica2011/estados/zulia/index.htm. Además, Detrás de la pobreza (10 años después), Luis Pedro España, quien hace un seguimiento exhaustivo de los índices de pobreza en Venezuela de manera sistemática y permanente.

4 Sabino Romero fue asesinado el día 3 de marzo del presente año en las proximidades de la población del Tokuku en la Sierra de Perijá. Una cronología amplia de los hechos fue publicada por la página web la Guarura.net y el suceso fue registrado por toda la prensa nacional dada la importancia de este líder indígena y su lucha por la demarcación territorial.

5 La primera ocasión de enfrentamiento entre elementos del ejército y los indígenas pemón y ye'kuana ocurrió en la región de La Paragua en el estado Bolívar a finales de octubre de 2011. En esa oportunidad, 18 efectivos militares fueron sometidos por las comunidades por ejercer actos de extorsión, persecución y chantaje a la población indígena, en una operación que buscaba desplazarlos para ofrecer libertad a la minería ilegal en sus tierras. Los militares fueron entregados por la comunidad luego del compromiso del gobierno de abandonar esos espacios para lo que se firmó un acuerdo. El segundo suceso de esta naturaleza ocurre el pasado 8 de febrero de 2013. Esta vez, en la población de Uriman en el mismo estado Bolívar y la detención por las mismas causas, involucraba un contingente de 43 militares que la población indígena logró someter violentamente.

6 Ver mapas al final de este artículo.
*Doctor en Estudios Latinoamericanos, UNAM-México. Profesor titular de Literatura y culturas indígenas, Universidad del Zulia-Venezuela.

El valor de un barril de petróleo
La contestación que todos oímos deja de lado una otra perspectiva para entender la imposición de una relación entre los seres humanos basada en la dominación. Sobre todo, del trato entre estos y la naturaleza sustentada en la explotación de la misma, como soporte del poder y privilegio de algunos. Esa otra perspectiva a defender proviene, precisamente, de aquellos negados por la imposición colonial del mercado mundial, pero también, por la colonialidad interna impuesta desde el poder de los Estados-nacionales, en contra de los no considerados, los a-históricos, los siempre “minoritarios”.

Justamente por tal hecho, han sido históricamente vaciados en su significación e incapacitados para intervenir con fuerza propia en la política interna de los Estados nacionales (a no ser como adorno simbólico, o puente con “el resto del pueblo” o con “lo popular”, electoralmente usados tanto por la derecha como por la izquierda), pero mucho menos considerados en el inextricable espacio de un “mercado mundial” que aparece como inalcanzable por invisible. En fin, ellos los “minoritarios” siempre han sido los “restables”, “los suprimibles”, seres que aún en el virtual espacio de la ciencia de la estadística, tienen el don de la incorporeidad, es decir, siempre son sujetos por desaparecer.

La colonialidad del poder y del saber pesa tanto que, si pudiéramos hacer la misma interrogante sobre el barril al más emblemático de los autores marxistas citados por los marxistas latinoamericanos como lo es, sin duda, José Carlos Mariátegui, estamos casi seguros que no tendría más espacio de respuesta que el otorgado por la colonialidad del mercado mundial y sus parámetros de medición. Pero también, estos parámetros establecidos por la colonialidad interna del poder y del saber de los Estados nacionales. A fin de cuentas: nunca dejaremos de ser indios en vías de extinción, ya sea por etno-genocidio o, “marxistamente”, por el “desarrollo de nuestras fuerzas productivas”, tal como Mariátegui, bien alemanamente dictaminó en sus “7 Ensayos sobre la realidad peruana”. 

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