14 de julio de 2014

Manga y Animé: reflejo de la cultura nipona


Básicamente, el manga y animé formaron en Japón a generaciones, desde mediados de la década de los 50’ hasta la actualidad, y lo seguirán haciendo, pues constituyen un paso previo a la literatura por sus características particulares: son más amigables y dinámicos, y su versatilidad, variedad y presentación siempre son bienvenidas por todo tipo de público (sin discriminar edad, idioma, religión o sexo). Son tan universales como cualquier otro arte y no se quedan atrás frente a ningún cambio socio-económico o político. Manga y animé están siempre presentes en la sociedad nipona, la van formando desde el paradigma del momento y, por qué no, del autor. Para estar más cerca de algo que quizás no comprendamos del todo (oriente), hay ciertos puntos que en nuestro país se experi-mentaron y que en el lejano oriente son moneda corriente.

Desde Astroboy hasta lo que es, hoy en día, Naruto o One Piece, animé y manga influenciaron casi siempre a los jóvenes, dándoles la mayoría de las veces mensajes positivos, como la idea del “Faito!” (fight, en inglés; pelea o lucha, en español), moralejas del tipo “si me esfuerzo sobrehumanamente y dejo lo mejor de mí, veré resultados positivos” (ya sea en el estudio, el deporte, etc.). Pero, ¿a qué viene todo esto? Mejor empecemos con algo de historia para que quede más claro.

Concepto e inicios

Manga (漫画) es la palabra japonesa para designar la historieta en general. Fuera de Japón, se utiliza exclusivamente para referirse a las historietas niponas. El animé (アニメ)  es lo mismo que el manga pero en animación; o sea, lo que conocemos popularmente como dibujos animados.


La ternura y el profundo y sincero humanismo que imprimió Tezuka a sus personajes dejaron una huella indeleble e hicieron de él un autor universal, capaz de traspasar barreras culturales. Incluso los ojos desproporcionadamente grandes, que son tan característicos de la animación y la historieta japonesa, constituyen un legado de Tezuka. Particularmente, el detalle de los ojos fue una influencia que asimiló el Sensei Tezuka de Walt Disney. El padre del manga moderno también admitió haberle enviado una carta de agradecimiento a Walt Disney por el legado que acabo de mencionar.

Un dato más de color: en 1965, tras leer el manga Astro Boy, Stanley Kubrick invitó a Osamu Tezuka a ser el director artístico de 2001, Odisea del Espacio. La oferta, no obstante, fue rechazada por el maestro, pues suponía trasladarse a Inglaterra durante largo tiempo. No sé qué peculiar aporte podría haber hecho el Sensei Tezuka a esta película, pero resultó una lástima que no fuera posible la empresa.

Por último, Disney, que tanto había influenciado a Tezuka en sus inicios, crearía una de sus mejores obras (El Rey León), basándose en Janguru Taitei (“Kimba, el león blanco”), otra gran obra del padre del manga moderno.

Cómo se conforma

El manga actual está dividido por géneros y audiencias; algunos de los más conocidos y estandarizados son los siguientes:

Kodomo manga, dirigido a niños pequeños;
Shōnen manga, a chicos adolescentes;
Shōjo manga, a chicas adolescentes;
Seinen manga, a hombres jóvenes y adultos.
Josei manga, a mujeres jóvenes y adultas.
Hentai manga, dirigido a mayores de edad, con contenidos pornográficos.
Estos y muchos otros géneros fueron llevados al cine nipón o a la televisión en forma de Sentai (series de TV en las que ciertos héroes manejaban grandes robots, como, por ejemplo, Power Rangers y un gran etc.) o, actualmente, al cine internacional.

 Influencia y valores


Hoy en día, su influencia en el mundo entero es mucho más importante de lo que parece. El manga imparte valores a tus hijos cuando estás trabajando, ya que, según entiendo, hay ciertas cosas que se marcan a fuego durante la infancia, y resulta mejor si ese sello lo produce una serie que los entretiene. De esta manera, no es muy difícil pensar que lo haya hecho con millones de japoneses a lo largo de los años. La mayoría de los manga tienen un mensaje positivo o dejan una enseñanza redonda y consonante en quienes los ven. Algunos ejemplos de esa riqueza pueden enunciarse así: “si me esfuerzo puedo conseguir lo que quiero, y si tengo una voluntad de hierro puedo vencer a mis peores enemigos” (Saint Seiya, conocido como Caballeros del Zodiáco en Latinoamérica y España); “solo aquel de corazón puro podrá aunar toda la energía vital de los seres vivos del universo en sus manos para combatir el mal” (Goku, de Dragon Ball Z); “si soy puro de corazón, puedo tener el amor que deseo” –suena exagerado, pero la repetición termina dándole la mano al tiempo para que surta efecto– (I’s, Love Hina, y un gran etc.); “si realmente tengo un sueño, debo dar todo de mí y lo veré hecho realidad” (Gunbuster, por citar un ejemplo entre muchos). Podría seguir con cualquier valor positivo que se me proponga, pues cada uno tiene una serie que lo reclame. También los openings y endings (canciones de apertura y cierre de cada animé) –más que nada en el Sentai– nos repiten estos valores a menudo.

Si quisiera dar un ejemplo y, por un momento, exagerar un poco –todavía un poco más– podría decir que, de verse Japón envuelto en un enfrentamiento bélico (o de solo proponérselo) podría, vía mensajes en el animé/manga, depositar ciertos ideales que despertaran un gran nacionalismo en las generaciones, y así formar una moral y una ética a gusto del gobierno de turno. Sin ir más lejos, hace un tiempo se debatió, en un libro bastante peculiar, la posibilidad de que en la conocida serie Macross (Robotech, para occidente) lo que se representa como la humanidad sea Japón, y lo que en la serie se representa como alienígenas invasores, que atacan constantemente, sean, ni más ni menos, los EE.UU. También se plantea una hipótesis sobre por qué la serie podría demostrar esto mismo y su ligadura con la segunda guerra mundial. Sí, sé que es exageradísimo, pero con este ejemplo quiero que se vea claramente cuál es la influencia del manga y del animé en la cultura nipona de hoy, ya que casi toda casa nipona tiene un mínimo de 10 mangas en su biblioteca.

La oveja negra, la que siempre está

Ahora que expliqué detalladamente la influencia positiva de manga y animé, quiero mencionar que también existe un influjo negativo de los mismos. No hablo, en realidad, de malos mangas sino de determinados casos, en los que ciudadanos con problemas terminan manifestando adicciones descontroladas. Estos problemas sociales podemos verlos claramente en “Welcome to NHK”, manga que nos muestra cómo un joven de unos 25 años termina siendo un “hikikomori” (término que designa el “aislamiento social agudo”), lo que demuestra todos los inconvenientes que acarrea no poder trabajar, estudiar, ni relacionarse con gente, cuando el sujeto afectado solo ve el manga como un “escape”. Muchos de estos fanáticos compulsivos del animé terminan siendo rechazados y segregados por la sociedad, algo que también podemos apreciar en “Otaku no video” (otaku, término que se utiliza para nombrar a una persona a la que le gusta mucho el animé, ya que en Japón es normal que te agrade o que hayas consumido este arte alguna vez). En esta dramática pero realista cinta, podemos observar cómo se mezcla un documental con una serie de animé. Ahora bien, el animé en sí es divertido, solo que el documental resulta bastante triste. Vemos allí a los que, en su momento, eran empleados de Gainax (gran empresa de animación), quienes nos cuentan sus problemas cotidianos. La obra entristece si te gusta el animé y nunca advertiste el lado malo de la cuestión.

Expresión y conclusión

Así como contamos con algunas series que dan una idea pura, lisa y llana, tanto positiva como negativa, también tenemos algunas que, desde una posición políticamente correcta y sobre la base de una sociedad rígida como la japonesa, coquetean con axiomas intocables y no dudan en golpear. Claro ejemplo de lo que menciono puede ser “Evangelion”, serie que nos presenta la crisis entre un padre –casi esclavo del trabajo– y su hijo en plena confusión adolecente; todo esto marinado con una fuerte historia de robots, manejados por jóvenes de 15 años que tienen que salvar al mundo de unas criaturas llamadas ángeles. Se pueden ver varias casi quejas de lo que puede ser una relación padre-hijo, signada por el abandono, la decepción, la falta de amor y otras cuestiones. También, y para finalizar, podemos nombrar “What a Wonderful World”, serie en que se aprecia a niños y sus determinados sueños, experiencias prácticamente incomunicables a los adultos, los cuales viven casi otro mundo, en el que nada de lo que un niño tenga o pueda comprender, alcanza a llegar al otro.


El manga/animé va a seguir vigente, tanto en oriente como en occidente; va a influenciar a japoneses y a latinoamericanos (así sucedió en la segunda mitad de la década de los 90’ y comienzos de 2000). Nadie queda exento de esta gran forma de expresión, de este arte inconmensurable que atrapa a tantos lectores y espectadores en todas partes del mundo. Por nuestro amor a la cultura japonesa, esperemos que el panorama siga así, y que continúe la expansión por todo el mundo. Al igual que el Aikido, el manga y el animé terminarán armonizando con todas las culturas, no importa lo distintas que sean, pues tarde o temprano se harán uno con ellas.









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