¿Qué ha cambiado ahora?
Hasta hace poco tiempo, los estadounidenses se preciaban de que a través de sus exit pools (encuestas de salida) se podía saber con 24 horas de anticipación quién sería el Presidente. En México, también hasta hace poco tiempo lo sabíamos, pero con un año de diferencia. Las reglas no escritas del poder eran múltiples, el código lo solía descifrar cada político. Sin embargo, aquella frase de Fidel Velázquez que decía: "quien se mueve no sale en la foto" ya no es cierta en las campañas modernas –si lo duda pregúntele a Vicente Fox–; de igual manera la frase: "En política nada está escrito" se derrumba ante la nueva situación. Ahora los estrategas políticos o los constructores de la ingeniería política se dedican a escribir lo que en política no estaba escrito.
El sistema político mexicano cambió las claves que le daban estabilidad, éstas se transformaron o se debilitaron y la entrada del neoliberalismo les dio un sentido distinto. Nuevos actores políticos como la Iglesia, la sociedad civil organizada, los medios de comunicación, los grupos económicos, la globalización, la regionalización afectaron de manera fundamental al propio sistema que entró en crisis desde 1994.
La llegada a la Presidencia del salinismo rompió las reglas implícitas del poder y ahora, cada quien con su juego, mantiene al sistema político en actividad permanente.
A su vez, viejos actores pasaron a primer plano como los partidos políticos, un fortalecimiento primero del PAN y después del PRD, una teología de la liberación involucrada con las luchas guerrilleras chiapanecas, resolución de rencillas políticas por medio del asesinato político, todo ello también alterando el funcionamiento que estaba bajo el control presidencialista antes del neoliberalismo.
El marketing y el cuartel de guerra
Ante todo, hay que aclarar que el marketing no es la panacea, es un instrumento que puede servirnos para organizar y ser más efectivos con la campaña política.
La publicidad política por sí misma no es capaz de llevar al triunfo a un candidato. Se han multiplicado ejemplos locales, nacionales y extranjeros en los que las campañas publicitarias han sido exitosas pero el candidato ha perdido. La explicación, en mucho, se encuentra en la necesidad de manejar la campaña con sensibilidad política, de ahí que paradójicamente quien deba dar las líneas de comunicación de una campaña sea el estratega y no el comunicólogo. Este último lo que tendrá que hacer será reflejar esas líneas en la concreción de diferentes medios de comunicación que van desde el lema hasta los medios más complejos y caros como los mismos electrónicos, con la suficiente racionalización de recursos y de información que no sature pero que sí multiplique el efecto de los mensajes.
De ninguna manera, el marketing sustituye al ejercicio de la política o dicho en términos de los politólogos: un instrumento publicitario jamás podrá sustituir al enigmático arte de hacer política.
El marketing trabaja hacia afuera, es lo público y lo que se hace público, la ingeniería política en su mayor parte se construye en el cuartel de guerra y una porción de ella, sólo el grupo compacto de estrategas la manejan.
El estratega y la estrategia
La estrategia política es un arma poderosa que permite conocer al adversario, a los públicos, al contexto y, desde luego, nos puede proporcionar opciones sobre cómo conquistar la victoria. Es al estratega político a quien le toca posicionar a los candidatos y a los partidos dentro de una oferta política para que el público elija a sus gobernantes.
La estrategia es un proceso sistemático y controlado que permite diagnosticar, planear, elaborar y evaluar las diferentes etapas de una campaña.
Con el diagnóstico se puede detectar desde las demandas de la población, el perfil esperado del candidato, hasta el grado de conocimiento del candidato pasando por el conocimiento específico de cada región o área que permite detectar los grupos de presión, de interés y de influencia, así como la situación particular de las mismas.
Nuevas técnicas como el atlas político nos sirven para entender, planear y obtener el triunfo electoral.
Antes en política las campañas equivalían al disparo de un escopetazo con el que los perdigones caían indistintamente, con las campañas modernas el tiro debe ser exacto, milimétrico, dar en el blanco. Para ello, el estratega debe tener elementos y conocimientos cada vez más complejos, cada vez más certeros apoyados en talento e imaginación creativa para poder competir en el mercado electoral y "vender" adecuadamente a su candidato.
El trabajo no es fácil, ya que no se trata de vender productos estáticos que no se mueven de un anaquel, se trata de vender intangibles y tratar con situaciones tan delicadas como la identidad, los símbolos, los ritos, las percepciones, las creencias, la credibilidad, la verosimilitud, la legitimidad.
Una parte importante de venta del candidato es el trabajo de imagen que se ha popularizado tanto los últimos años. Sin embargo muchos piensan que cambiar la imagen es sólo el trabajo de cambiar la ropa o el look del cabello. El trabajo de la imagen va más allá. Hay mucho que trabajar por el lado del lenguaje corporal: los gestos, la postura, la figura cuando está sentado, las distancias, los muebles de la oficina, la cara comprendiendo cejas, ojos, barba, frente, boca, mentón, arrugas, patillas, bigote, fleco; lenguaje paravocal como tonos, ritmos.
Del lenguaje no verbal tiene que estudiarse el oral y el escrito todos a la luz de los discursos que se manejan y de las formas de comunicación que se tienen con los demás.
En este trabajo de marketing, interactúan múltiples disciplinas y actividades, no sólo la política, también la comunicación, la redacción, la oratoria, el teatro, la psicología, la cromoterapia y hasta el feng shu para la decoración de un lugar.
Reflexiones finales
Algún autor decía que la herramienta estaba aquí y que debíamos utilizarla, efectivamente, antes que satanizarla es necesario que aprendamos la utilidad que puede aportar a la política, los que están convencidos de ella comienzan a ascender, Fox ha logrado ser tan conocido como Luis Miguel según decía, pero no ha sido suficiente, por eso el planteamiento de una campaña en diversas etapas: la primera es sensibilizar y que la gente nos conozca, se acostumbre a nuestra presencia, luego informar sobre las cualidades, después motivar a la gente con algo que le conmueva que sea parte de sus objetivos, de su vida para llegar a la acción, esto es, al voto.
Fuente: http://www.diputados.gob.mx
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