¿Es la historia de la humanidad una farsa? ¿Son muchas de las
premisas en las que se basa la arqueología una flagrante estafa a todos
los niveles? ¿Existen descubrimientos arqueológicos que obligarían a
reescribir la historia del hombre tal y como la conocemos? ¿Qué se
oculta sobre nuestro verdadero origen?
Partiendo de la base imprescindible de la defensa de la heterodoxia y
del pensamiento crítico, diré que si sólo existiera (mejor dicho,
pudiera existir), un hombre sabio en posesión de la verdad absoluta, yo
sería el primero en someterme al juicio de las opiniones y de los
hechos. Todas estas cuestiones planteadas en la cabecera del presente
informe entrarían a formar parte de una doctrina hereje para la
arqueología oficialista que intenta dar respuesta a las incongruencias
del pasado histórico así como aquellos hechos ante los que la ciencia se
ve incapaz de explicar: la astroarqueología.
Esta es un corriente teórico que es definido como el conjunto de
hipótesis, excavaciones y restos arqueológicos que no se ajustan a la
metodología arqueológica habitual. Si bien es cierto que los bastiones
de la ciencia han regido por largos años los contenidos ilustrados en
los libros de historia en la enseñanza secular, a menudo a esta no se le
puede otorgar el papel de juez imparcial, ya que en muchas ocasiones
esta se ve impotente ante la negativa de ser capaz de emitir un fallo
imparcial, un veredicto definitivo e irrevocable. Errar no es pecado,
siempre que uno entienda la provechosa lección de modestia: hay que
guardarse de pronunciar juicios y condenas. Hay errores grandiosos y
bravuconadas manifiestas y palpables.
No sería difícil formar una lista interminable de ejemplos de la
ceguera de los pontífices que han sentado las erróneas bases del
pensamiento moderno conocido por el hombre. Si antaño, el retoño
favorito y predilecto del Estado, la Iglesia, defendía los bastiones de
su doctrina, hoy en día, tanto la ciencia, la filosofía, la política,
como aquellos poderes fácticos que nos gobiernan, podrían franquear las
puertas del conocimiento con nuevas teorías e hipótesis. En una palabra,
desbloquear el camino de las ideas revolucionarias. No me refiero a los
visionarios que, todos los años, inventan una vez más el perpetum mobile.
Me refiero a los que podrían y pueden apoyar una revolución para
romper los grilletes de la neo esclavitud que nos oprime. Mas, no
interesa llevar a cabo lo mencionado, puesto que los libros habría que
volver a reescribirlos, y, en consecuencia, se desencadenaría un efecto
dominó de preguntas y respuestas a las que esos “iluminados” no podrían hacer frente. Aunque a menudo muchos de estos sujetos no se traguen entre sí, frente a los intrusos son… <<todos para uno y uno para todos>>.
Así rodean con una muralla de obstinación ese territorio que
irracionalmente se empeñan, a lo que parece, en considerar
<<sagrado>>.
Los métodos que utilizan van desde lo sutil hasta lo agresivo; la
medicina se dosifica según la gravedad del caso. A eso se le llama <<proporcionar los medios a los fines>>. El cliente molesto puede ser aplastado con killer-phrases (como
denominan los americanos a un sarcasmo particularmente rudo), como un
moscardón al que se mata con un papirotazo. Todo esto, y hasta la
vanidad pinturera de los grandes ases de todas y cada una de las
especialidades engañabobos, me parecería disculpable, si no fuera porque esa vanidad es el mayor obstáculo al progreso.
Pongámonos en su lugar. Tratemos de ser empáticos, aunque solamente
sea por un momento, y admitamos que cuando uno se ve obligado a rendir
fortaleza edificada durante mucho tiempo de quemarse las pestañas, el
trago ha de saberle muy amargo Existe una arqueología prohibida para la
ciencia que nos muestra inquietantes descubrimientos que, de revelarse
ciertos, obligarían replantear todo lo se nos ha sido inculcado hasta la
fecha de hoy.
Aunque muchos se resisten a aceptarlo, esos descubrimientos, esos
vestigios, y esas <<pruebas>> circunstanciales existen, pese
a que el mayor y más ferviente defensor de los escépticos trate de
negarlo. No deja de ser sorprendente comprobar cómo algunas anomalías
históricas son totalmente pasadas por alto por arqueólogos e
historiadores, cuando no deliberadamente silenciadas.
Se trata, casi siempre, de hechos que no encajan dentro de las
teorías elaboradas por los expertos y que su reconocimiento oficial
podría resquebrajar el edificio académico con tanto esfuerzo construido.
¿Existieron y se usaron armas de fuego en la prehistoria? ¿Fueron
nuestros tiempos pretéritos el escenario mudo de auténticos tiroteos al
igual que en las viejas películas del oeste? ¿Por qué se acallan los
descubrimientos que así parecen confirmar parte de estas fantásticas
hipótesis?
Expediente abierto número 1: El bisonte de Moscú
En el Museo de Paleontología de Moscú está expuesto el cráneo de un
bisonte, cuyo hueso frontal fue limpiamente atravesado por un proyectil.
A día de hoy, este museo adscrito al “Paleontological Institute of Russian Academy of Sciences” sigue
exponiendo en sus vitrinas el cráneo de un viejo bisonte que muestra en
su frente un agujero perfectamente redondo que tuvo que ser
consecuencia de un proyectil de una arma de fuego disparado a gran
velocidad.
Figura 1. Este esqueleto de bisonte
perteneciente al período neolítico está expuesto en el Museo de
Paleontología de Moscú. Se puede observar con claridad un orificio
limpio y sin grietas presente en la frente del animal. ¿Armas de fuego
en el neolítico?
Como sabemos, este animal es originario de Siberia (Rusia). Este
vivió en aquellas latitudes extremas cuando el hombre de la época no era
más que un Neanderthal –según la cátedra oficialista de la
arqueología-. Según los cálculos, se estima que el bisonte vivió durante
el período neolítico (8.000 a 2700 A.C), una época durante la cual es sabido por los arqueólogos que se fabricaban rudimentarias armas elaboradas en piedra.
El modelo más perfeccionado que consiguieron elaborar los hombres del
neolítico fue el hacha de piedra. Un golpe de hacha elaborada con ese
material simplemente habría destrozado ese cráneo, y en ningún caso
hubiera conseguido formar un agujero tan perfecto o, en todo caso, no
hubiera podido producirse un agujero perfectamente regular y sin grietas
a su alrededor. No es así, y lo cierto es que estamos ante un orificio
efectuado limpiamente. ¿Disparos con armas de fuego en el neolítico?
Parece un disparate a simple vista, una circunstancia imposible en aquel
tiempo.
Y, sin embargo, ahí está expuesto en Moscú. Ante semejante fenómeno,
expertos en balística y arqueólogos no salieron de su asombro. No
obstante, ¿qué opinan sobre este cráneo de bisonte los “eruditos” de las
cátedras academicistas ortodoxas? En primera instancia, la ciencia
supuso que la causa fue, ¡un impacto de jabalina u de otro tipo de arma
arrojadiza! ¡Parece mentira la desfachatez de los científicos en ciertas
ocasiones! ¿Acaso no tuvieron en cuenta que ese poder de penetración no
lo tiene en ningún caso una arma como una jabalina sino, en todo caso,
la fuerza de un proyectil de tamaño mayor? ¿A quién pretenden
engañar? En fin…
No debemos sorprendernos que ante la falta de argumentos y recursos,
muchos de estos estudiosos realicen invenciones fuera de toda lógica con
tal de desprestigiar las hipótesis que, por muy irracionales y
descabelladas que puedan parecer, esconden en sus cimientos grandes
verdades ocultas. Uno de los recursos empleados por parte del
oficialismo arqueológico con tal de desmentir la teoría del orificio
causado por un impacto de proyectil por parte de un arma de fuego fue el
atribuir al origen de este agujero causas naturales. En este caso, ¡el
impacto de un meteorito! ¡Es una sandez, y sin embargo, es el principal
argumento de los arqueólogos ortodoxos!
Por muy prestigiosos que sean estos “expertos”, por muy inteligentes
que alardeen ser, y por muchos reconocimientos que estos tengan en su
haber –otorgados en el 100% de los casos por parte de la cátedra
fraudulenta del oficialismo científico- , esta no deja de ser una teoría
muchísimo más descabellada que la que yo expongo –entiéndase,
obviamente, que no he sido yo el primero en plantearla, puesto que Erich
Von Däniken hizo alusión a esta posibilidad en su libro El Mensaje de los Dioses-.
Figura 2. El Mensaje de los Dioses, obra ilustre del escritor suizo Erich Von Däniken.
¿De veras se imaginan un meteorito atravesando la atmósfera, y, una
vez este se desintegrado, impactando justo en el centro del cráneo del
bisonte expuesto anteriormente? ¡Es una teoría totalmente absurda e
improbable pese a que muchos expertos hayan hecho mención a esta como a
la causa del agujero en el cráneo del bisonte! Sin lugar a dudas se
trata de una pregunta difícil de contestar… ¿Quién tenía y disparaba
armas de fuego 8.000 años A.C?
Expediente Abierto número 2: El Cráneo Prehistórico de Moya
En Moya, una pequeña localidad de Cataluña, se descubrió un cráneo
prehistórico de singular interés, pues este mostraba en el centro de su
frente una herida sufrida por el impacto de una bala. Más extraordinario
es aún que, tras ser analizada la herida, quedó demostrado que el
individuo en cuestión siguió viviendo después de haber recibido el
impacto.¿Cómo era el espécimen de Moya?
Se estimó que era un hombre moderno, de la raza “Cro-Magnon”,
el cual vivió aproximadamente hace unos 6000 o 7000 años. Presentaba
una altura de 170 centímetros -muy superior a la media del tiempo en el
que vivió, y se estimó que murió a los 50 años de edad, superando,
en consecuencia, la media de la esperanza de vida de aquel entonces.
¿Dónde se encontró?
En la Cova de Toll. Dicho emplazamiento es una de
las tantas y tantas cavidades abiertas en los terrenos de naturaleza
predominantemente calcárea correspondientes al Eoceno, la segunda época geológica del período Paleógeno en la Era Cenozoica.
De hecho, tanto esta cueva como la de las Toixoneres,
sirvieron de refugio y de cámaras sepulcrales a los humanos de aquellas
épocas. Las excavaciones, iniciadas en los años cincuenta (la entrada
principal fue descubierta el 29-10-1954) evidencia la presencia de una
riquísima fauna en este lugar, que es considerado por los expertos como
una de las zonas con mayor riqueza de especies animales del cuaternario,
y que se corresponde con la última glaciación de esa era o Período Wurm.
La cueva tiene 1148 metros de profundidad si bien solamente pueden
ser visitados 158 de los que algo más de cien corresponden a la Galería
Sud que es la que fue ocupada por los primitivos neanderthales y por
posteriores asentamientos.
Figura 3. Cráneo de Moya. ¡Véase el perfecto orificio en la frente del cráneo!
HIPÓTESIS ARQUEOLÓGICAS OFICIALISTAS:
1ª Hipótesis: Impacto de una piedra
Como en otras ocasiones, se ha especulado
con la posibilidad de que la perforación hubiera sido producida por el
impacto de una piedra en la frente o la punta afilada de alguno de los
utensilios utilizados por el hombre primitivo. Sin embargo, un
traumatismo de este tipo hubiera dejado astillado el hueso y, desde
luego, hubiera producido un orificio mucho más irregular. Como he
mencionado con anterioridad en el caso del cráneo del bisonte de Moscú,
un golpe efectuado con una de las rudimentarias herramientas de las que
se disponía en esa primitiva época, habría dejado una protuberancia
craneal astillada, y, muchísimo más irregular de la que podemos
observar.
2ª Hipótesis: Una trepanación
La trepanación es una práctica
médica que consiste en agujerear el cráneo. Antiguamente se realizaba
con el objetivo de eliminar enfermedades consideradas de origen
cerebral, mientras que en la actualidad se emplea como acceso quirúrgico
en algunas operaciones de neurocirugía, como es el caso de tumores
cerebrales. No obstante, debido a la localización del agujero así como
por el tamaño que presenta el mismo, dicha hipótesis queda prácticamente
obsoleta.
3ª Hipótesis: Una infección dental
Expertos llegaron a la conclusión de que el espécimen debió sufrir
una fuerte infección dental localizada en la mandíbula superior,y, en
consecuencia, este desarrolló sinusitis, enfermedad que le perforó el
hueso frontal. No obstante, dicha patología no fue la causa de la
defunción, y es sabido que el ejemplar sobrevivió a la mencionada
enfermedad. A priori, está explicación es la que satisface a
todas las partes implicadas en la investigación, ya que, descarta -en
opinión de los estudiosos ortodoxos del caso- la
<<improbable>> e irracional hipótesis del moderno proyectil
de arma de fuego disparado en la antigüedad contra aquél ser
prehistórico.
HIPÓTESIS ASTROARQUEOLÓGICAS
1ª Hipótesis: Un rayo láser disparado por un ser extraterrestre
Les propongo un pequeño ejercicio de imaginación en esta primera
hipótesis. No les pido que crean nada de lo que leerán. Simplemente,
tómenselo de manera deportiva y analicen el trasfondo de los hechos. ¿Es
una especulación? Sí, pero tanto esta como la imaginación son las
únicas herramientas que nos pueden permitir alcanzar un mayor progreso.
Empecemos. Remontémonos al pasado en el que el hombre era aún un
homínido primitivo carente de lógica, inteligencia,
y raciocinio propios. Imaginemos que una nave extraterrestre de pilotada
por antiguos cosmonautas aterriza en un paraje desolado del planeta
Tierra con el fin de realizar una misión de reconocimiento, por ejemplo.
Una vez la nave nodriza aterriza, se encuentra un grupo de homínidos
que, en actitud de sorpresa y asombro ante el encuentro con esos
extraterrestres, toma del suelo piedras y toma una actitud defensiva
para hacer frente a esa amenaza. Al ver que los homínidos están
dispuestos a apedrearles, uno de los extraterrestres, pongamos como
ejemplo, el comandante de la expedición, toma una vara similar a la que
se describe en el Libro de Moisés, la extiende, y
fulmina a uno de los homínidos disparándole un rayo láser que atraviesa
al simiesco ser de derecha a izquierda. Al caer fulminado el homínido,
los demás miembros del clan simiesco huyeron despavoridos, y, el
comandante de la nave, el brazo ejecutor y verdugo, pensó: “este hecho será motivo de debate en el futuro de este planeta”
2ª Hipótesis: Un disparo de rifle automático
Imaginemos, de nuevo, a la expedición de antiguos
astronautas. Pero, en esta ocasión, en un paraje y en un contexto
distintos al anterior. Pongamos que el escenario es ahora un país muy
boscoso. Los miembros extraterrestres de la escuadrilla expedicionaria
bajan de su nave y se ponen a seguir el curso de un río, explorando los
alrededores, en busca de vida. De pronto, se topan frente a un árbol, el
cual uno de los extraterrestres ve cómo este agita sus ramas. Supone
que es 1 ser primitivo de ese planeta desconocido y decide sacar su
rifle automático.
Apunta y dispara. Este falla puesto que el primitivo ser, -como se de
una premonición se tratara- salta exaltado hacia una rama próxima y
esquiva así el proyectil. La bala, describe una parábola curvada y,
acaba cayendo, sin ya apenas fuerza, hacia la tierra, impactando en la
frente del animal cazador. En la cueva, hogar de los simiescos
cazadores, se encuentras las mujeres y los niños, quienes aguardan
impacientes a los cazadores, ya que tienen hambre. Estos hacen acto de
presencia, lanzan al suelo las piezas de carne obtenido, supongamos que
alguna ave, por ejemplo.
De pronto, el jefe de los cazadores cae desplomado al suelo, puesto
que de su frente empieza a brotar sangre… Los miembros del clan acuden
socorrerle, llaman al brujo del grupo, y este, extrae con mucho cuidado
el proyectil de su frente. El brujo dice que pese a que el Dios del
trueno le ha atacado, el líder cazador sobrevivirá.
CONSIDERACIONES IMPRESCINDIBLES
1) El orificio del cráneo es completamente
circular, por lo que podemos descartar que este hubiera sido causado por
una lanza con punta de sílex, ya que esta arma habría producido en el
cráneo una fractura del tipo irregular, y no tan perfecta como la que
vemos.
2) El angulo del supuesto proyectil del arma
de fuego causante de la herida era de arriba a abajo y ligeramente de
derecha a izquierda
3) El orificio del cráneo se abría en el hueso frontal y daba directamente al seno frontal derecho.
4) En consecuencia, la bala debió quedar alojada en el seno frontal derecho.
Expediente Abierto número 3: El cráneo de Broken Hill
En el año 1921, el prestigioso British Museum
recibió un cráneo humano que fue encontrado en unas circunstancias
cuanto menos, curiosas. Pues, este fue hallado en Zambia, en la antigua
Rodhesia del Norte por dos trabajadores de una mina de Zinc. Estas
personas se dedicaban a terraplenar una colina de no más de 20 metros de
altura llamada Broken Hill.
Los dos trabajadores hallaron en la colina
una pequeña galería de difícil acceso, pues estaba obstruida por una
gran acumulación de rocas que taponaban la entrada. Una vez limpiaron la
entrada de la misma se dieron cuenta de que esta desembocaba en una
cueva de tamaño considerable, la cual estaba infestada de restos
humanos, por lo que creyeron que se trataba de una antigua zona de
enterramientos de la prehistoria.
Se realizó un trabajo de recuperación rudo,
pues no se tuvo especial delicadeza a la hora de sacar los restos
humanos de la galería. Pocos fueron los huesos que acabaron en manos de
los paleontólogos profesionales. Uno de los restos que llegó a sus manos
presentó las características siguientes:
* Grandes arcos supracilares
* Fisionomía del tipo neanderthaloide
* Frente huidiza
En todo trabajo de prospección arqueológica,
sea el emplazamiento que sea, es necesario llevar a cabo un análisis
estratigráfico en condiciones, analizar las unidades estratigráficas del
mismo y separar los diferentes restos hallados según el estrato en el
que se hayan encontrado para establecer un marco cronológico de
referencia, etc. En esta caso, no se hizo ese trabajo en óptimas
condiciones. En consecuencia, la datación de los restos fue menos
precisa de lo que debiera ser.
Los restos de este espécimen fueron
clasificados en la estirpe filogenética humana y fue bautizado por los
paleontólogos como el “Hombre de Broken Hill” y como el “Hombre de Rodhesia“. Ambos nombres son válidos para referirse a esta espécimen. Finalmente, fue bautizado como “Neandertal Africano”
¿Qué se hizo con esos restos?
Tras analizarlos en primera instancia, se llegó a la conclusión de
que este ser había vivido aproximadamente hace 1 millón de años y que
había sufrido, como en casos anteriores, una enfermedad dental que le
causó una infección. No obstante, tras estudiarlos con más detenimiento
se dieron cuenta de un detalle inusual y sorprendente, ¡el Neandertal
presentaba dos orificios de igual diámetro en ambos lados del cráneo! El
profesor berlinés Mair emitió un veredicto revolucionario, ¡parecían orificios de entrada y salida provocados por el impacto de una bala moderna!
Figura 4. Cráneo de Broken Hill. ¿Armas de fuego en la prehistoria? ¿Fraude o intervención extraterrestre?
HIPÓTESIS ASTROARQUEOLÓGICAS
1ª Hipótesis: Disparo de un cazador “moderno” en la prehistoria
La audaz hipótesis de que un rayo láser, una arma de fuego u otro
artilugio similar hubieran sido el brazo ejecutor de semejante orificio
podría satisfacer las incongruencias que presentan ciertos argumentos y
teorías oficialistas. No obstante, el suponer que este fuera el cráneo
de un “superviviente” -entiéndase esta palabra como que los restos del
ser no se perdieron en el olvido- que acabó pereciendo como consecuencia
de un disparo no resuelve la siguiente pregunta: ¿ por qué entonces,
los restos de este “Hombre de Rodhesia” fueron hallados en el interior
de una cueva? Una vez más, la ciencia se encogió de hombros y se echó
las manos a la cabeza. ¡Sandeces de un idealista temerario! Dirían…
HIPÓTESIS ARQUEOLÓGICAS OFICIALISTAS
1ª Hipótesis: Acromegalia
Esta hipótesis fue la que sostenía la teoría del Doctor Jack Cuozzo. La podemos encontrar en su obra Buried Alive: The starling about Neandethal man.
Como era de esperar, el clamor científico no
se hizo esperar, pues la teoría fue objeto de discordia entre
evolucionistas darwinianos y creacionistas ortodoxos. Desgraciadamente,
entre los restos no se halló la mandíbula inferior que, al parecer,
hubiera ayudado en un diagnóstico más certero.
2ª Hipótesis: Una Trepanación
El Dr. Jack Cuozzo sometió el cráneo de Broken Hill a diversos análisis y pruebas, llegando a la conclusión de que los agujeros no podían deberse a una trepanación.
Figura 5. El Doctor Jack Cuozzo dando una conferencia
En primer lugar, la trepanación, una de las prácticas más antiguas
practicada por el hombre tanto por cuestiones médicas como religiosas,
no explicaría la presencia de un segundo agujero, mucho más grande que
el primero, justo debajo del primero, en el hueso occipital.
Dada la antigüedad de los restos -entorno al
millón de años, como he mencionado con anterioridad- como, sobre todo,
por la forma y aspecto de los agujeros, se estimó que dicha hipótesis no
era sostenible, pues simplemente se concluyó que los agujeros en
cuestión no tenían explicación lógica alguna.
CONCLUSIONES FINALES:
Los misterios año tras año se amontonan en
los estantes de los casos sin resolver los investigadores. Estos
acumulan polvo a la espera de que un audaz paladín pueda arrojar luz
sobre la oscuridad en la que se ven envueltos estos enigmas…
Mis ojos pueden ver una realidad, los tuyos
otra… mas, ¿no es más lógico creer que si reunimos todas estas opiniones
nos acercaremos todos juntos más hacia la verdad?
Parece que esos cráneos se ríen ante el
desconcierto que suscitan los mismos ante nuestros ojos. ¿Cuál es su
historia? ¿Qué nos contarían si pudieran volver a la vida? Todas las
teorías merecen ser escuchadas, por muy irracionales y descabelladas que
parezcan, pues todas esconden algo de verdad en sus cimientos, algo que
merece la pena escuchar.
Ya que, tal y como decía el ilustre Albert Einstein: “Lo que sabemos es una gota de agua. Lo que ignoramos, es un océano”
Fuente: Gran Misterio, publicado por: ETHAN.
Dirección de la nota: http://granmisterio.org/2013/05/02/quien-disparaba-armas-de-fuego-en-la-prehistoria/
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