16 de octubre de 2013

Que es el Materialismo (Ignorando el problema de la sociedad a través de medios masivos, inviduavidualismos)

El materialismo histórico es la ciencia marxista de la historia, y supone la afirmación del hombre como protagonista de la Historia. Consiste en la afirmación de dos ideas: Las relaciones que el hombre establece con la naturaleza y con los demás hombres son relaciones materiales; es decir, los hombres " arrancan " a la naturaleza sus bienes (del fondo de la mina, el hierro; de los campos, el trigo, etc.) Y luego, los hombres producen e intercambian bienes materiales para poder satisfacer sus necesidades materiales (comer, beber, vivienda, etc.) A esto le llama Marx la producción social de la vida. Estas relaciones son las que dan origen, en última instancia a la ideología y a la estructura jurídico-política del Estado. Por lo tanto, se trata de un materialismo dialéctico e histórico. El materialismo marxista consiste en la afirmación de que la producción, distribución, intercambio y consumo de bienes, son la raíz de que los hombres tengan y desarrollen esta o aquella mentalidad, y elaboren estas o aquellas leyes, y se dé este o aquel modo de gobernar la sociedad. El materialismo histórico marxista es: Una interpretación de la historia a través de la materia: la materia a través de un proceso dialéctico, va haciendo la historia. Esa " materia " es " el sistema de producción de los bienes materiales "; o " las relaciones económicas de producción ". Materialismo histórico, por tanto, significa que lo que condiciona la historia humana son las relaciones económicas de producción, ya que el modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual. El materialismo es una teoría científica sobre la formación y desarrollo de la sociedad: todo el desarrollo de la sociedad se explica desde lo económico, desde la producción de los bienes materiales. La base de todo orden social es la producción, y desde esta se explica toda la historia: Producción es la actividad por la que se crean bienes materiales para poder vivir. Factores de producción son los factores que intervienen en la producción: 1.- Proceso de trabajo es aquel mediante el cual se transforma un objeto en un producto útil. Consta de: * El objeto sobre el que se trabaja. (la materia prima o bruta) * Los medios de trabajo. (las herramientas) * La fuerza de trabajo: La energía humana empleada. 2.- Relaciones sociales de producción son las relaciones que se establecen entre los propietarios de los medios de producción y los trabajadores. Son relaciones: * Conflictivas: explotador - explotado (amo - esclavo; capitalista - obrero). Son de explotación porque el trabajador vende su fuerza de trabajo al precio y condiciones que establezca el dueño de los medios de producción. * Antagónicas: porque unos defienden la propiedad de los medios de producción como algo exclusivo y otros defienden esos medios como algo colectivo. Infraestructura económica es el conjunto de relaciones de producción. Se llama sistema económico al proceso económico global de producción, distribución, intercambio y consumo. Superestructura es el conjunto de ideas, creencias, instituciones, normas.... que configuran la conciencia social. Son: * Jurídico - políticas: instituciones y normas que reglamentan el conjunto de la sociedad. * Ideológicas: Conjunto de ideas, creencias, costumbres. que configuran la conciencia social; por ejemplo la Religión, la Filosofía.... Modos de producción es la manera como se producen los bienes materiales según las diversas sociedades.

Primitiva: propiedad colectiva de los bienes.
Esclavista: dominio y sometimiento; el esclavo es instrumento del amo.
Feudal: El señor es dueño de las tierras.
Capitalista: El capitalista, propietario de los medios de producción y de la fuerza del trabajo del trabajador.

Socialista: Propiedad colectiva de los medios de producción.


La historia de la Humanidad como historia de la lucha de clases:

La burguesía y el proletariado:

La Historia de la humanidad es una lucha entre hombre libre y esclavo, patricio y plebeyo. Los opresores y oprimidos se enfrentan en una lucha que se saldó en cada caso con una transformación revolucionaria o en el hundimiento de ambas clases. Desde antiguo existen las clases sociales y la moderna sociedad que surgió de las ruinas del feudalismo que las siguió manteniendo. La época de la burguesía se caracteriza por la simplificación de las clases sociales que se reducen a dos: Burguesía y Proletariado. Los burgueses nacen de los siervos de la gleba, medievales hechos libres y enriquecidos con el comercio y que se enfrentaron a la nobleza. La apertura de nuevos mercados con el descubrimiento de América dio al comercio, a la navegación y a la industria un auge nunca visto y con ello un rápido desarrollo revolucionario de la sociedad feudal en descomposición. Los maestros gremiales fueron desplazados por la clase media industrial, la división del trabajo entre las diferentes corporaciones dio paso a la división del trabajo dentro de cada taller. El crecimiento de los mercados propició la revolución industrial, y la manufactura cedió el puesto a la gran industria. La clase media industrial fue desplazada por la burguesía. La burguesía se desarrolla junto con el progreso industrial y la ampliación del comercio. Cada fase de desarrollo iba de la mano del correspondiente progreso político. El poder estatal equivale al Consejo de Administración de los intereses generales de la burguesía, habiendo desempeñado ésta un papel en la historia eminentemente revolucionario, y con su llegada al poder ha destruido todas las relaciones feudales. Ha establecido como única libertad la del libre comercio. Ha sustituido la explotación envuelta en ilusiones religiosas y políticas por la explotación descarada y directa. Su existencia se basa en la revolución constante de los medios de producción, al contrario que ocurría en el antiguo sistema de producción basado en la tradición. La necesidad de vender en mercados cada vez más amplios empuja a la burguesía a los más apartados rincones del planeta en los que implanta su sistema económico. La creación de un comercio universal repercute en que los productos culturales de las diferentes naciones se convierten en un bien común. La burguesía arrastra a la civilización a todas las naciones, incluidas las más bárbaras, es decir, la burguesía se crea un mundo hecho a su imagen y semejanza.






Formen su propio criterio en este video 



Fuente de información: http://www.mgar.net/docs/marx.htm




JÓVENES, GLOBALIZACIÓN Y POSTMODERNIDAD: CRISIS DE LA ADOLESCENCIA SOCIAL EN UNA SOCIEDAD ADOLESCENTE EN CRISIS

Vivimos en unas condiciones cambiantes a múltiples niveles, cuyos efectos sobre el estatuto social de los jóvenes contemporáneos, se analizan en este artículo. Las identidades de los postadolescentes, en un estado de moratoria social, se vinculan a condiciones como las actuales que definen un tiempo de postmodernidad, ante la emergencia de propuestas globalizadoras y de mundialización y las demandas de un mundo digitalizado, cuyas consecuencias a nivel psicosociológico se evidencian. Se analizan las características que definen a la actual adolescencia social en desánimo, así como las principales crisis de la adolescencia que se retroalimentan con otras crisis de la sociedad adolescente, estableciéndose un paralelismo entre ambas. Asimismo, se analizan las actuales coordenadas de la sociedad postindustrial que afectan a la inserción sociolaboral de los postadolescentes, ralentizando su tiempo de espera psicosocial.

                                     LA ADOLESCENCIA SOCIAL EN DESÁNIMO

En condiciones como las actuales, renovados órdenes se están instalando sin ambages, imponiéndose la desorientación en unas condiciones de cambio entrópicas, de modo que las demandas de la era global afectan significativamente a nuestras vidas, tal y como ha evidenciado Giddens (2000), y son causantes de estados confusionales y patologizaciones personales varias (Myers, 2000). Semejantes condiciones se hallan potenciadas por la paradoja de un tiempo de postmodernidad que se vincula a otras crisis en condiciones globalizadoras y de mundialización (véase Almirón, 2002; Amin, 1999; Beck, 1998; Biersteker, 2000), asociadas a las propias falacias del globalismo y ante las demandas de un mundo digitalizado que se sirve de discursos con estatuto de verdad y otras herramientas de poder, siendo causante de apremiantes malestares, como los evidenciados por Stiglitz (2002). Tales cambios identitarios son signo y síntoma de otras tantas crisis, entendiendo por éstas, de acuerdo con su significado etimológico, actos de decisión en lo personal y en lo social. La cuestión que nos planteamos no es otra que analizar, acorde con los cambios operados, las identidades de las subculturas juveniles y las modificaciones experimentadas en sus realidades psicosociológicas, sus esperanzas y distopías. Como toma de decisiones conflictuadas, las crisis son aplicables tanto a las convulsiones macrosociales como a los cambios pubertarios, a los ajustes operados reflejamente y a las necesidades (in)satisfechas de los adolescentes en la red psicosocial, al agravamiento de las contradicciones inherentes al sistema y a la cronicidad de estados personales problematizados, a lo individual y a lo social, en suma. La búsqueda y redefinición incesante de identidad caracteriza al postadolescente actual, cautivo en la adolescencia como evidencia Castillo (1997, 1999), en un permanente momento de tránsito influido por los imperativos de la sociedad contemporánea, en donde se tiende a un permanente diálogo sobre el sujeto ante una renovada búsqueda de sí mismo, en los términos expresados por Touraine y Khosrokhavar (2002).

Los adolescentes en su período de definición personal necesitan referencias y referentes, acciones simbólicas e iconos, valores y significados atribuidos, etc., que, en condiciones de inestabilidad, actúen como elementos que contribuyan a dar sentido a sus búsquedas. Están obligados a definirse, a hallar una identidad cuya consecución se va forjando, ya sea bajo la forma de conformidad acrítica, de asimilación singularizada o de rechazo sintomático de lo establecido, con la ayuda de formas de distracción establecidas y de formas colectivas de evasión e inactividad y sobreestimulación como renovadas apologías dionisíacas (Bellis y Hughes, 2003) que se les representan como ejercicios de libertades. Ese esparcimiento juvenil orquestado en forma de salir de marcha y diversiones nocturnas (Calafat, Juan, Becoña, Fernández, Gil, Palmer, Sureda y Torres, 2000), unido a una escolarización que nunca acaba vinculada a efectos de poder y control de acuerdo con una perspectiva de análisis foucaultiana (Moral y Ovejero, 2000; Moral y Pastor, 2000) o a una inserción socioprofesional que se va retardando y precarizando (Alonso, 2000; Blanch, 2001; Castillo, 1998; González, 1999), son signos y síntomas de ese conflicto entre la sociedad y el joven, y de éste con los otros y consigo mismo. En momentos de desilusiones masivas, algunos jóvenes con miedo a la libertad, en terminología frommiana, se consuelan del desánimo ya sea con sobreactivaciones varias, a través de la conformidad automática o mediante la redefinición de identidades difusas. En los tiempos actuales los adolescentes contemporáneos experimentan sentimientos de decepción, aunque se enmascaren bajo una apariencia de conformidad y disfrute superficial en forma de consumo o de ocio juvenil de fin de semana, como si de un intento de adaptación no traumática a una realidad que se intenta simular se tratara. Semejantes contradicciones son evidenciadas por Urra (2002, p. 11): "Vitalidad, efervescencia, ilusión, tristeza y hasta desesperación definen una etapa donde la ropa que se lleva, las modas y los efímeros mitos cobran un valor inusitados".


En consecuencia, abundan los señuelos mediante los cuales se distrae a los jóvenes de sus auténticas búsquedas. Semejantes encantamientos de un mundo desencantado, adoptando como propia la expresión de Ritzer (2000), son fuegos artificiales -en forma de disciplinamientos, búsquedas comunes, conciencias colectivas, normas y desviaciones, discursos ideologizados y estatutos de verdad-, que representan artefactos diseñados como "bienes" impunes para adolescentes y jóvenes, en virtud de los cuales se enmascaran intencionalmente los sentimientos generalizados de desánimo e incomprensión ante búsquedas no satisfechas que se experimentan durante la adolescencia social como estado de moratoria.

                             ACERCA DE LAS CRISIS DE LA ADOLESCENCIA 

El joven contemporáneo, sus búsquedas y proyecciones, así como las incertidumbres derivadas de cambios en el pensamiento social, la reformulación de las representaciones simbólicas ante momentos de socavamiento de los referentes y las convulsiones propias del entorno, se interrelacionan, se agravan o se benefician unas de las acciones/reacciones de las otras, dada la vinculación retroalimentadora de la que se trata. Actualmente, el joven preadulto como adolescente social (Moral y Ovejero, 1998, 1999) está atravesando una crisis de adolescencia, cuya etiología no descansa, únicamente, en una revolución tormentosa interior, a modo roussoniano, sino en la propia raigambre multidimensional de sus conflictos. Individualizar, e incluso patologizar, los problemas de los postadolescentes representa un ejercicio mediante el que, al desvincular cada caso de sus multideterminaciones, se reduce de forma intencional la responsabilidad de otras agencias y poderes implicados a nivel social, familiar, académico, mediático e institucional, como consecuencia del intento de personalizar un conflicto heterocondicionado.

Retroalimentación de las crisis de la adolescencia y de la sociedad

Una adolescencia forzada, una pubertad social, una juventud prolongada, como constructos que designan todos ellos una misma realidad, se generalizan en las condiciones que definen una gran paradoja: una sociedad adolescente de adultos. El calificativo de adolescente (con toda la carga estereotípica que conlleva) aplicado a la sociedad actual se podría emplear para denotar la ambivalencia, la sucesión de cambios, las contradicciones, el debilitamiento de valores tradicionales, su exasperación ante las tomas de decisiones que ha de adoptar, las tensiones y turbulencias, su egocentrismo, el hedonismo, la inmediatez, la renovación, la búsqueda y redefinición de identidad o, finalmente, el estado de permanente tránsito hacia no se sabe muy bien qué.

Se propone un análisis de los mundos posibles contemporáneos y de sus efectos sobre las realidades de los adolescentes, así como de sus réplicas ante tales condiciones:

a) en este mundo desbocado (Giddens, 2000), la categoría estanca de adolescencia, que ha perdido su característica definitoria de transitoriedad, ha tomado el rumbo de una juventud social prolongada, postergándose su progreso hacia la condición de adulto;

b) en el mundo de la metamorfosis del trabajo (Alonso, 2000; Antunes, 1999; Castells, 1999; Castells y Espin-Andersen, 1999) se obstaculiza la plena inserción sociolaboral de los jóvenes, ralentizándose su acceso;

c) en el mundo de la civilización del ocio, referenciada hace décadas por Dumazedier (1968), se van imponiendo nuevas ocupaciones del tiempo libre de los jóvenes vinculadas tanto a formas colectivas programadas de evasión (Rodríguez y Megías, 2001) como a manifestaciones de ocio serio (Codina, 1999);

d) en un mundo digitalizado en el que se va instalando el poder de las nuevas tecnologías (véase Castells, 1997, 1998a, 1998b), el adolescente fomenta la comunicación interpersonal a través de cyberintermediarios, tecnificándose la naturaleza socioconstruida de sus vínculos relacionales e incluso se alude a la emergencia de la Generación @ (Feixa, 2001, 2003);

e) en el mundo de la modernidad en encrucijada (Bilbao, 1997) que potencia el malestar de lo humano (Myers, 2000), también para el adolescente las grandes verdades y promesas de la modernidad (creencia en la Razón y en la ciencia, en la unidad de la historia o en el progreso histórico, así como la consideración del hombre como sujeto autónomo y racional) son simbolismos que se resisten a admitir como debilitados;

f) en el mundo del yo saturado descrito por Gergen (1992), la identidad psicosocial del joven se diluye y recompone en diversas formas de autoconciencia (véase Iranzo y Rubén Blasco, 2002), en múltiples yoes que se ponen en escena en virtud de las circunstancias;

g) en el mundo del ser como "átomo ficticio", adoptando la expresión de Varela (1992), el microcosmos del adolescente se vincula más que nunca, paradójicamente, a las colectividades como más que masas atomizadas, ya sea en forma de tribalidad urbanas u otras formas de juvenalismo (véase Feixa, 1998; Maffesoli, 1990; Moral y Ovejero, 2004);

h) en el mundo mass-mediático, digitalizado e informacional (véase Negroponte, 1999) abundan vinculaciones entre el individualismo mediático contemporáneo y el ansia de identidad juvenil (Pérez Tornero, 2000) u otros modos de comunicación mediática en las condiciones que definen una cultura de virtualidad real (Castells, 1999), y visiones psicosociológicas del animal symbolicum (Moral, 2003), de modo que va redefiniéndose una subcultura juvenil calificada como iuventus digitalis (Moral y Ovejero, 2004);

y, finalmente, entre otros muchos submundos posibles, i) mediante las utopizaciones actuales se evidencian fracasos humanos en sociedades llamadas de bienestar que entran en crisis (Mishra, 1992; Offe, 1990; Offe y Deken, 2000), ante un progreso decadente descrito por Racionero (2000), al mismo tiempo que se emplean mecanismos distractores de otras búsquedas y demandas, signos y síntomas del malestar contemporáneo.


Hemos de reafirmarnos en la premisa básica de que no existe una adolescencia ni una juventud, sino adolescentes y jóvenes (Crosera, 2001; Funes, 2003; Elzo, 1999; Jover, 1999; Moral, 1997, 1999; Ruiz de Olabuénaga, 1998) en condiciones de grandes heterogeneidades sometidas a un proceso reificante, en las que cada cual demanda su lugar en ese universo de mundos posibles como los descritos. Mediante la acción discursiva se va imponiendo "la" verdad, de modo que la definición de joven contemporáneo y su praxis de vivir ha de insertarse en las actuales coordenadas postmodernas y en las condiciones definitorias de la sociedad postindustrial y globalizada, que procedemos a describir.



Para mas información: http://www.papelesdelpsicologo.es/vernumero.asp?id=1142

Las 10 Estrategias de Manipulación Mediática - Noam Chomsky leído por Eduardo Aliverti




Link del vídeo:http://www.youtube.com/watch?v=c56l0bf2Jb0 

El Camino del Nahual y los Videojuegos


La mística del oximoron: entre el chamanismo y el videojuego encontramos un infinito de universos paralelos que nos invitan a replantear nuestra conciencia del ser ¿Qué analogía existe entre el gaming y el camino espiritual del nahual?


¿Qué hay detrás de una de la industrias más rentables del entretenimiento casero? ¿Es acaso un sistema de control de masas o una especie de camino espiritual? Hay estudios que indican beneficios “tangibles” detrás de las “horas de vuelo” sumadas, pero hay también posturas encontradas en torno a los efectos en la psique de los gamers, sin mencionar los casos ya probados de compadres que recibieron un último Game Over tras elevadas dosis de práctica continua.

Como miembro activo de la cultura de los video juegos, mejor conocido como nintendomaníaco durante los noventas y ahora como gamer, y simultáneamente como practicante activo de diversos linajes espirituales y artes marciales, me encuentro hoy en una disyuntiva, la cual es más bien una petición para hacer de éstas líneas una reflexión colectiva.

Luego de una larga dosis siento que los video juegos son un desdoblamiento semiconsciente. Una especie de viaje astral, que ocupa un plano más allá del sueño y la vigilia. Y es que el gamer ocupa los tres ejes dimensionales del físico propio, pero traslada el eje del tiempo y de la conciencia al avatar que representa ya sea offline u online.



Inicialmente no puedo dejar de pensarlo como un método de control, aunque hay estados de conciencia adquiridos a través de la repetición y del pleno desdoblamiento al interior de la pantalla que son similares a las más poderosas visualizaciones guiadas que haya realizado. Es evidente que hay beneficios y contradicciones implícitas en la práctica constante de los mismos, pues ciertos sentidos, más puntualmente la vista y la coordinación motriz, conllevan un ejercicio similar al exigido en la practica de las artes marciales como el Kung Fu o el Chi Kung. Manipular más de 10 botones y dos palancas simultáneamente -sin mencionar lo que logran los practicantes de juegos en PC con más de dos pantallas, teclados y auxiliares- para lograr un mismo fin, un movimiento perfecto, una acción o secuencia tan amplia y armoniosa como la danza cósmica, es equiparable al rigor que implica hacer uso de las extremidades en sincronía con los hemisferios cerebrales para enfrentarse a varios adversarios al unísono.

Cabe mencionar que, en el plano simbólico, el juego es por momentos un camino similar al espiritual. Sin embargo, los símbolos de adoración o encarnación son por lo general de índole violenta. Y lo digo sin prejuicios, sólo que se distancian mucho de lo que en un camino espiritual se buscaría, ya sea la armonía de uno consigo, con su contexto y con el otro, o el no tan simple entendimiento de lo que uno es. Así pues, el gamer visita planetas muy lejanos a la Tierra, se enfrenta a retos crecientemente complicados, descifra signos y metodologías preconcebidos hoy en día por un gran número de mentes brillantes especializadas en las matemáticas, en la mitología, en la física, en la historia y, en ocasiones también, en la magia.


Súper poderes, súper armas, metaposibilidades, ajenas a la cotidianeidad propia del individuo en sociedad, el sentimiento de vacío y de enajenación posterior a una larga jornada, en ocasiones del atardecer hasta más allá del amanecer, promulgan un verdadero reto para conciliar de nueva cuenta la conciencia en el aquí y en el ahora. Y es que digerir la data y el estímulo luego de una larga dosis digamos de Grand Theft Auto no resulta poca cosa, pues la disociación entre el contexto “real” y el de la meta realidad es un proceso que toma tiempo y se sofistica en función de la exposición y la repetición, por lo cual en lo personal me siento discapacitado por ejemplo para manejar, y aún más interactuar, sin querer ejercer en uno y otro momento las capacidades que dejo atrás, en la pantalla, pero que parecieran seguir conmigo.



Este desdoblamiento, sin embargo, se distancia ampliamente de la ensoñación, del camino del nahual, pero al mismo tiempo es similar, ya que un sexto sentido se desarrolla tras la práctica y la exposición continua a una misma historia, un reto por superar, preemitiéndole al gamer anticiparse, denotando una reacción equiparable a cualquier maestro de artes marciales, a los movimientos de sus adversarios con o sin I.A. Y es que dentro de la misma comunidad de gamers que se encuentran a demostrar sus capacidades en línea se miden todas las nacionalidades, edades, sexos, creencias y contextos que uno pudiese imaginar. Si bien hay gamers que practican su devoción bajo el influjo de plantas sagradas y compuestos químicos, el gamer como el practicante espiritual que suele destacarse es el que lograr lo que logra en “plena conciencia”. Es bien sabido que las capacidades de reacción resultan tan fundamentales como la capacidad de ocupar los planos de tiempo y conciencia que cada título exigen, por lo que un tercer plano de presencia o conciencia es casi imposible de conciliar si se pretende tener un desempeño decoroso. Claro que el  es divertido.

Queda mucho por hacer y decir. Pero ahora quisiera escuchar.


Aquí un vídeo de la manipulación


Aclaro esta información no esta del todo bien, ya que es un poco cierto de lo espiritual de una persona adicta a los vídeo juegos por medio de la enajenación, y ciertos sentimientos son controlados de esta manera que también maneja los estados emocionales.





Fuente de la información:  Narom - www.narom.org







Bullying



Es un fenómeno referente a la violencia escolar, específicamente el maltrato e intimidación cotidiano, entre niños, niñas y adolescentes. El comportamiento presentado durante este fenómeno es agresivo y con la intención de agredir a otro para causarle daño; es persistente y repetitivo; puede durar semanas, meses o incluso años.

En el bullying destaca un abuso de poder y un deseo de intimidar y/o dominar al otro. Se da entre iguales, con un rango de diferencia de edades no mayor a los 3 años, y sucede generalmente entre varias personas, dejando sin defensa a la víctima.

El agresor intimida a la víctima sin ninguna provocación, lo agrede causándole un daño físico y/o emocional, que se manifiesta en baja autoestima, ansiedad e incluso depresión, dificulta su integración con en el medio escolar y el desarrollo normal del aprendizaje. A su vez, el agresor aprende que por la violencia puede llegar a lograr sus metas, tomando decisiones impulsivas y poco asertivas.

De igual manera esto afecta a los demás compañeros que son testigos, ya que llegan a ver este fenómeno como “natural” y los insensibiliza ante la violencia.


                                                                  Tipos de bullying

 Bullying físico: es la forma más habitual del bullyng. Incluye toda acción corporal (golpes, empujones, patadas, formas de encierro, daño a pertenencias, etc.). En los últimos años esta situación ha llegado a mezclarse con varias formas de abuso sexual. Se identifica porque suele dejar huellas corporales. De acuerdo al desarrollo, este comportamiento se vuelve más agresivo y violento con daño específico en los varones.

Bullying verbal: incluye acciones no corporales (poner apodos, insultar, amenazar, generar rumores, expresar dichos raciales o sexistas con la finalidad de discriminar, difundir chismes, realizar acciones de exclusión, bromas insultantes y repetidas, etc.). Tiene mayor uso en las mujeres en la medida que se acercan a la adolescencia.

Bullying psicológico: son formas de agresión, amenaza o exclusión que se llevan a cabo a espaldas de cualquier persona que pueda avisar de la situación; el agresor puede permanecer en el anonimato (una mirada, una señal obscena, una cara desagradable, un gesto, etc.).

Cyberbullying: se practica a través de correos, blogs, páginas personales, chats, telefonía celular, llamadas y mensajes de texto.
Estos medios le brindan al agresor la oportunidad de permanecer en el anonimato y realizar acciones como las amenazas, difamaciones, groserías y las diferentes formas de comunicación agresivas y violentas.