Así como el desprendimiento saludable, el desasimiento sano y el verdadero desapego son signos de equilibrio mental y emocional, la indiferencia es un error básico de la mente y conduce a la insensibilidad, la anestesia afectiva, la frialdad emocional y el insano despego psíquico. Nada tiene que ver esta indiferencia con ese no-hacer diferencia de los grandes místicos debido a su enriquecedor sentido de unidad que les conduce a conciliar los opuestos y a ver el aliento supremo en todas las criaturas y circunstancias. La indiferencia, en el sentido en el que utilizamos coloquialmente este término, es una actitud de insensibilidad y puede, intensificada, conducir a la alienación de uno mismo y la paralización de las más hermosas potencias de crecimiento interior y autorrealización. La indiferencia endurece psicológicamente, impide la identificación con las cuitas ajenas, frustra las potencialidades de afecto y compasión, acoraza el yo e invita al aislacionismo interior, por mucho que la persona en lo exterior resulte muy sociable o incluso simpática. Hay buen número de personas que impregnan sus relaciones de empatía y encanto y, empero, son totalmente indiferentes en sus sentimientos hacia los demás.
La indiferencia es a menudo una actitud neurótica, auto-defensiva, que atrinchera el yo de la persona por miedo a ser menospreciado, desconsiderado, herido, puesto en tela de juicio o ignorado. Unas veces la indiferencia va asociada a una actitud de prepotencia o arrogancia, pero muchas otras es de modestia y humildad. Esta indiferencia puede orientarse hacia las situaciones de cualquier tipo, las personas o incluso uno mismo y puede conducir al cinismo. Hay quienes sólo son indiferentes en la apariencia y se sirven de esa máscara para ocultar, precisamente, su labilidad psíquica; otros han incorporado esa actitud a su personalidad y la han asumido de tal modo que frustra sus sentimientos de identificación con los demás y los torna insensibles y fríos, ajenos a las necesidades de sus semejantes. También el que se obsesiona demasiado por su ego, sobre todo el ególatra, se torna indiferente a lo demás y los demás, al fijar toda su atención (libido, dirían los psicoanalistas más ortodoxos) en su propio yo.
Unas veces la indiferencia sirve como «escudo» psíquico y otras para compensar las resquebrajaduras emocionales; cuando esta actitud o modo de ser prevalece, la persona tiene muchas dificultades en la relación humana, aunque también, a la inversa, podría decirse que al tener muchas dificultades en la relación humana opta neuróticamente por la indiferencia, lo que irá en grave detrimento de su desarrollo interior, ya que para crecer y que nuestras potencialidades fluyan armónica y naturalmente se requiere sensibilidad, que es la quintaesencia del aprendizaje vital y del buen desenvolvimiento de nuestras potencialidades más elevadas, si bien nunca hay que confundir la sensibilidad con la sensiblería, la pusilanimidad o la susceptibilidad.
Muchas veces la indiferencia sólo es una máscara tras la cual se oculta una persona muy sensible pero que se autodefiende por miedo al dolor o porque no ha visto satisfecha su necesidad de cariño o por muchas causas que la inducen, sea consciente o inconscientemente, a recurrir a esa autodefensa, como otras personas recurren a la de la autoidealización o el perfeccionismo o el afán de demostrar su valía o cualquier otra, en suma, «solución» patológica. En la senda del desarrollo personal, es necesario desenmascarar estas autodefensas y «soluciones» patológicas para que puedan desplegarse las mejores potencialidades anímicas, que de otro modo quedan inhibidas o reprimidas e impiden el proceso de maduración.
Esta autodefensa que es la indiferencia se acrisola ya en la adolescencia, en muchos niños que recurrieron a la misma para su supervivencia psíquica, fuera por unas insanas relaciones con las figuras parentales o por su exceso de vulnerabilidad en la escuela y en el trato con sus compañeros o por otras muchas causas a veces no fáciles de hallar. Para ir superando este error básico que es la indiferencia, la persona tiene que abrirse e irse desplegando, aun a riesgo de sufrir, pero asumiendo todo ello como un saludable ejercicio para lograr su plenitud y no seguir mutilando sus mejores energías anímicas y afectivas.
Ramiro Calle, Las zonas oscuras de tu mente
Este vídeo tiene muchos errores a pesar de sus palabras así somos los Mexicanos , individualistas nos vale, somos picardiosos, orgullosos y algunas de ellas son verdaderos.. algunos jóvenes se van del país con tal de no estar aquí por muchos problemas sociales, políticos, tal vez no lo expresa sus palabras lo dice todo..
Para mas información:http://www.mentat.com.ar/indiferencia.htm
Link del vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=9b_62Mg84xY
Link del segundo vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=JGCygncZBA8
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